Stan & Ollie

Stan & Ollie

Tierna, por momentos conmovedora, respetuosa de lo sagrado y lo no contado, la historia de esos años después de una ruptura forzada y la última gira por el Reino Unido de la pareja de cómicos que inventó todo.




7 Butacas



Antes que todos los que conocimos y disfrutamos estuvieron ellos dos.

Antes que Abbot y Costello, que Dean Martin y Jerry Lewis, que Piluso y Coquito, estuvieron ellos dos, que inventaron la dinámica y la magia de los dúos cómicos.

El flaco, Stan Laurel, el cerebro que no descansaba escribiendo nuevos gags, nuevas situaciones, nuevas formas de contar (estaba inventándolo todo) la amistad y los desencuentros, que había venido en el mismo barco que Charles Chaplin a probar fortuna a los Estados Unidos con el Vodevil.

Y el gordo, Oliver Hardy, que había paseado sus virtudes para el canto y la comedia por la costanera sur de Buenos Aires por allá por el 10.

El encuentro de ambos fue una explosión, y la pantalla cambió para siempre.

La película, un enorme homenaje, arranca con un final, de la mano de su productor Hal Roach, habían ya hecho los éxitos más maravillosos, eran famosos, cobraban bien, pero intuían que alguien se quedaba con algo que les pertenecía.

Una discusión de Stan con el productor, y una sociedad que se disuelve. Todos los artistas contemporáneos estaban en esos días disolviendo sus viejas sociedades para armar estudios independientes y tener así el control de sus productos, y sobre todo de sus ganancias.

Pero Ollie no quería dar ese paso. Demasiadas deudas por apuestas de caballos, una ex mujer, lo hacían elegir la seguridad a costa de ingresos menores a los que les correspondían por derecho.

Entonces el gordo filma con otro cómico, que no llegaba ni por asomo a hacer química, y entonces todo se fue esfumando.

Unos 16 años después, con más años pero todavía con sueños y mucha creatividad, emprenden un regreso con una gira por el Reino Unido y la promesa de una película que los entusiasma.

Irán despertando de un letargo artístico desde abajo, como cuando habían arrancado, en teatros a medio llenar, pero con un boca a boca que fue haciendo que cada vez fuese más y más gente a verlos

Fueron tiempos de hablar de todo, de las cosas que los habían separado, de pedirse perdón mutuamente, de clamar los ánimos, tiempos de una última aventura.

Es muy buena la película para ver ese costado humano de los personajes. Sus vanidades, sus temores, pero sobre todo, es la historia de una amistad potente, amorosa y tierna.

Esa gira será un suceso, la película nunca llegará porque no se puede reunir el dinero para hacerla, Ollie enfermará a tal punto de no poder seguir, pero esos últimos meses de gira son un digno final para la pareja que inventó todo lo que las parejas cómicas debían hacer para funcionar como equipo. Todo.

Cada momento de esta interpretación monumental que hacen a fuerza de maquillaje pero también de talento John C Reilly como Ollie y el inglesísimo Steve Coogan como Laurel, es para atesorar.

La película, su desarrollo, es un tanto lenta. No ofrece momentos cinematográficos de relieve por acción, pero tiene un costado de recrear algunos de los famosos pasos de comedia que hicieron famoso al dúo (el baile, la escena de la cama con Ollie enyesado, la rutina de la doble puerta en la estación de trenes) que son de una magia eterna.

Uno no escapa al recuerdo de verlos de chico, en mi caso con mi padre, que disfrutaba como un chico, y eso quizá refuerce lo que produce la película en una audiencia adulta.

Bien elegido el momento para contar, bien elegidos los actores, justo homenaje.

Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo!!!. Muy bien trabajada la relación entre dos "veteranos" que no convalidan el ocaso al que parece condenarlos el paso del tiempo.

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