It (capítulo dos)
It (Capítulo dos)
Desde la lejana y siempre compleja Carrie en 1976 a esta secuela de It (más las que están en producción) la colaboración de Stephen King con el cine, los cortos y las series y miniseries, es nutrida y pareja. En esta secuela hay tanto que saber de antemano, que deja a mucha gente afuera, como ocurre con las películas de superheroes.
4 Butacas
27 años después de aquellos acontecimientos en Derry, los niños del Club de los Perdedores que escaparon con vida a la brutal cacería del payaso Pennywise, reciben ese llamado que no quisieron escuchar nunca.
Se habían jurado que si It volvía, ellos volverían para acabar con él, y no podían fallar a ese juramento.
Claro, sus vidas tomaron destinos y horizontes variados, salvo la de Ben, el niño de color, que se quedó en el pueblo juntando información para acabar con el malvado.
Cuando se dieron ciertos indicios, y descubrió que volvió por lo suyo al mismo pueblo, los llamó a todos para que vengan a terminar lo que habían empezado.
Nada mal para un rato de aventura.
Pero ese prometedor arranque, con las escenas siniestras, violentas, mezcladas con alucinaciones y algunas más bizarras y hasta graciosas, se va desdibujando en tanto la película nos empieza a demandar mucho conocimiento previo para disfrutarla.
No se puede entrar a ella, abordarla, con poca información, con elementos sueltos y solo conociendo a los personajes. Hay que saberlo todo, saber cómo es el funcionamiento entre ellos, sus tensiones, sus cosas no dichas, para no quedar afuera.
Tiene, a pesar de esto, dos aspectos muy marcados, uno muy bueno y otro malo decididamente.
El muy bueno es el rubro técnico y la dirección, impecable trabajo del director argentino (se preocupa por dejar huellas de su nacionalidad en varios pasajes de la película, como cuando una pareja busca lugar para viajar y deciden por Buenos Aires, o el cameo de Stephen King, como dueño de una tienda de empeños, que mientras hace una venta toma mate de un mate con el escudo de Independiente) que se luce con los pasajes de lo onírico a lo real, de los climax de terror y los momentos previos que nos van preparando para lo que viene, y con la dirección de actores, nada menor cuando se tiene un puñados de jóvenes exitosos de la comedia y el drama americano.
El punto bajo es sin dudas la duración de la película, son casi tres horas (2:49 para ser exactos) y por lo menos le sobran 45 minutos.
En definitiva, para los que están no solo en el mundo King (hay otras realizaciones basadas en sus libros que son joyas como Misery, Carrie, o The green mile) sino además para los que conocen al detalles el derrotero asesino de Pennywise y a los miembros del Club de los Pededores, el resto, nos quedamos asomados por largo rato en una interperie incómoda observado por un cristal nervioso.
Desde la lejana y siempre compleja Carrie en 1976 a esta secuela de It (más las que están en producción) la colaboración de Stephen King con el cine, los cortos y las series y miniseries, es nutrida y pareja. En esta secuela hay tanto que saber de antemano, que deja a mucha gente afuera, como ocurre con las películas de superheroes.
4 Butacas
27 años después de aquellos acontecimientos en Derry, los niños del Club de los Perdedores que escaparon con vida a la brutal cacería del payaso Pennywise, reciben ese llamado que no quisieron escuchar nunca.
Se habían jurado que si It volvía, ellos volverían para acabar con él, y no podían fallar a ese juramento.
Claro, sus vidas tomaron destinos y horizontes variados, salvo la de Ben, el niño de color, que se quedó en el pueblo juntando información para acabar con el malvado.
Cuando se dieron ciertos indicios, y descubrió que volvió por lo suyo al mismo pueblo, los llamó a todos para que vengan a terminar lo que habían empezado.
Nada mal para un rato de aventura.
Pero ese prometedor arranque, con las escenas siniestras, violentas, mezcladas con alucinaciones y algunas más bizarras y hasta graciosas, se va desdibujando en tanto la película nos empieza a demandar mucho conocimiento previo para disfrutarla.
No se puede entrar a ella, abordarla, con poca información, con elementos sueltos y solo conociendo a los personajes. Hay que saberlo todo, saber cómo es el funcionamiento entre ellos, sus tensiones, sus cosas no dichas, para no quedar afuera.
Tiene, a pesar de esto, dos aspectos muy marcados, uno muy bueno y otro malo decididamente.
El muy bueno es el rubro técnico y la dirección, impecable trabajo del director argentino (se preocupa por dejar huellas de su nacionalidad en varios pasajes de la película, como cuando una pareja busca lugar para viajar y deciden por Buenos Aires, o el cameo de Stephen King, como dueño de una tienda de empeños, que mientras hace una venta toma mate de un mate con el escudo de Independiente) que se luce con los pasajes de lo onírico a lo real, de los climax de terror y los momentos previos que nos van preparando para lo que viene, y con la dirección de actores, nada menor cuando se tiene un puñados de jóvenes exitosos de la comedia y el drama americano.
El punto bajo es sin dudas la duración de la película, son casi tres horas (2:49 para ser exactos) y por lo menos le sobran 45 minutos.
En definitiva, para los que están no solo en el mundo King (hay otras realizaciones basadas en sus libros que son joyas como Misery, Carrie, o The green mile) sino además para los que conocen al detalles el derrotero asesino de Pennywise y a los miembros del Club de los Pededores, el resto, nos quedamos asomados por largo rato en una interperie incómoda observado por un cristal nervioso.
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