Carmel ¿Quién mató a María Marta?

Carmel ¿Quién mató a María Marta?

¿Qué le pedimos a un documental? pocas cosas, que nos cuente una historia, que nos refresque un hecho, que nos cuente una vida, una hazaña, un asesinato de manera coloquial, sensible, documentada y sobre todo entendible. Como un Weekend lenguaje, es manera de hablar del fin de semana que nos hace menos rebuscados y más empáticos.


8 Butacas



Aunque también sean necesarios el rigor histórico, la palabra de los protagonistas directos si están a mano y una suerte de narrativa novelada que lo haga interesante.

Es cierto, la edición es fundamental, porque en esas decisiones está la toma de partido, la mirada del que cuenta que, si bien no quiere nunca decir explícitamente lo que opina del tema que cuenta, sus decisiones editoriales, sus elecciones hablan por él.

Carmel nos cuenta una historia que ya conocimos, la mayoría de los que vemos esta miniserie fuimos testigos de esos sucesos, los vimos desordenados en los medios de comunicación, conocimos los nombres de todos los protagonistas, tomamos partido seguro por una versión u otra. 

Pero, como con tantos casos que en nuestro País tardan años (demasiados) en develarse, el crimen de Nora Dalmasso, Nisman, somos testigos de un momento, un Big Bang noticioso que nos consume horas y teorías, hasta que tenemos que seguir con nuestras vidas y tenemos que dejarlo por un tiempo.

Pasaron 19 años.

Muchos años.

Y ese lapso desde que nos desentendimos hasta hoy es lo que abarca la miniserie de 4 capítulos de duración justa.

Se volverán a contar los hechos, a través de los protagonistas con sus contradicciones, con el seguimiento del expediente judicial y con una ajustadísima y muy precisa teatralización.

Y una vez contados los hechos, navegaremos por los juicios, por los años entre esas instancias, por los pasillos de la justicia, por los relatos de peritos, abogados, periodistas que siguieron el caso, y por supuesto, los protagonistas.

Ahí está una de las claves de este trabajo, como en This is us, pero en este caso en otro género narrativo, la edición es uno de los hallazgos. Nos permite ver a todos los personajes en su versión pelo oscuro y canoso, flaco y entrado en carnes, peludo y pelado. Vemos el paso de los años en sus miradas, en sus ímpetus, en sus pausas, y los vamos descubriendo como si los hubiéramos visto todo este tiempo.

Una de las cuestiones más complejas en un documental, en una biopic, es decidir qué período de tiempo, desde que mirada cuento la historia que quiero contar, y en este caso la elección es perfecta.

Verlos a todos recordar, describir, contar desde la distancia que dan los años y la madurez, y luego verlos en aquellos días de presiones y complejidades, nos hace comprender mucho más lo que seguro que en esos días de hace 18 años nos confundía.

La incursión de otras miras, como la de Claudia Piñeiro y Guillermo Martínez, dos buenos exponentes de la literatura policial contemporánea de nuestro País, le agrega esa pátina de contextualización para entender la mirada del que decide contar, nos pasea por los secretos de esa literatura, el cuarto cerrado, las claves de los personajes, y en definitiva, nos dicen "estas viendo un relato basado en hechos reales, pero bien puede ser una ficción".

La edición entonces, las voces que no tienen que ver con el caso pero que nos ayudan a entender, la música de Leo Sujatovich que nos ayuda a ver con fluidez, nos crea los climas y acentúa los momentos de tensión y de sociego, la crítica velada a la brutalidad de los medios de comunicación que encontraron en el caso un negocio, los familiares y los allegados puestos a contar, todo está ajustado a una narrativa efectiva y atrapante.

Los personajes están más grandes, han pasado por muchas cosas (asedio, una vida que se deshilacha por un hecho trágico, acusación y acoso público) pero los años los han calmado, los hacen ver las cosas con una distancia y una madurez distinta, los hace reflexionar y revivir los hechos con otra madurez, que nos ayuda a la mirada.

También a desnudarlos, a mostrarlos fuera de esos asedios, a mostrarlos por dentro.

Personajes centrales que se enfrentan al espejo de sus pasados, personajes secundarios que nos ayudan a entender, una música que, en segundo plano nos contextualiza y una edición impecable. Lo demás, el explicarnos qué pasó, corre por cuenta de cada uno.



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