Gambito de reina

Gambito de reina

Dice el diccionario que un gambito en ajedrez es: una apertura, ofrecimiento de una pieza a cambio de una ventaja en el desarrollo del juego. Esta historia es tan potente, que nos encantaría que nos dijeran que de verdad está basada en una persona real, que Beth Harmon existió y venció a todos, incluso a sus fantasmas.


9 Butacas



Tengo que confesar que solo se mover las piezas, eso no es jugar. Pero también que la mayoría de las cosas que ví en la serie no me son ajenas. Me acuerdo perfecto de las jugadas que venían dibujadas todos los días en el diario, o alguna vez alguna transmisión televisada. El juego era cosa seria.

Un libro genial, una historia narrada como una biopic sin serlo, una reproducción de época (no solo hecha de autos, muebles y ropa, sino fundamentalmente en las tensiones de la guerra fría) y por sobre todas las cosas, una maravillosa labor protagónica (de Anya Taylor-Joy) se combinan con una dirección sobria y sin sorpresas, en 7 capítulos geniales.

A veces vulnerable, tierna, alegre, con una mirada increíble (el cine es ojos) y una sensación de que siempre le está pasando algo, que siempre en algún lugar remoto de su mente, hay un tablero desplegándose y piezas moviéndose.

Una fiesta para los ojos.

Quizá le sobre uno o dos, pero no importa, de alguna manera nos ayudan a comprender mejor al personaje, a la Beth Harmon de ficción, niña prodigio para el ajedrez, al que llega escapando de todo, pero en el que se quedará por siempre hasta consagrarse como la mejor del mundo.

Es la historia de una heroína, simple, una heroína que debe hacerse a sí misma, en medio de todas las adversidades imaginables.

Siendo niña, vive con una madre errática, algo desequilibrada emocionalmente y muy compleja, a los 9 años sobrevive a un accidente de auto con esa madre que, desesperada, intenta un suicidio doble.

Recogida por los servicios sociales va a parar a un orfanato rural, en el que aprenderá en silencio las materias, los modales, y será contenida.

Todo ahí esperan ser adoptados algún día.

Que una familia se enamore de ellos, que los salven.

Para la joven Beth, ese escape, esa salvación llegó de la mano del maestranza del instituto, un taciturno señor Señor Shaibel (genial Bill Camp) que la aceptará en su mundo (el sótano) y le hará descubrir el mundo del ajedrez. Mundo al que Beth entra de manera asombrosa.

Su mente de niña, compleja, se acostumbra a desplazar recuerdos, malos momentos, por el conocido tablero de ajedrez, los movimientos, las piezas, las destrezas, nada le será ajeno.

El día que por fin la adoptan, aunque sigue tan taciturna como siempre, se insertará de manera no fácil en una vida de adolescente, que sencillamente desconocía y ni siquiera había deseado.

Todo será complejo en su vida, y el juego, es pasión con la que sueña y se apasiona, será su escape verdadero.

El trabajo actoral es asombroso, la veremos crecer desde una joven temerosa, a una mujer compleja, que lucha contra sus excesos y adicciones (aquellas que le permitieron más de una huída) y su deseo de ganar siempre, a cualquier precio.

En el camino deja el pellejo, amistades, la posibilidad de enamorarse, dos madres.

Es una historia de heroína, de personaje que a medida que crece y triunfa es tratado de abordar para otros intereses, para que sea vehículo de mensajes y cargas vinculadas a la guerra fría. Pero Beth solo quiere jugar, ser la mejor.

En los detalles de producción, el vestuario es sensacional, Beth va cambiando su look a medida que crece y juega en distintas ciudades del mundo, pero también va interpretando con esas ropas a las distintas fichas del juego, hasta terminar con un hermoso outfit blanco con gorro de piel, como una reina que termina siendo.

Una actuación sencillamente perfecta.


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