El inocente

 El inocente

Harlan Coben, inspirador con sus libros de muchas de las buenas series británicas que vimos en los últimos años, se muda a España, que reclama cada vez más a los buenos textos para producir buenos contenidos.


7 Butacas



Es que el crecimiento de esa industria y ese mercado son una máquina de consumir guiones y buenas ideas, en este caso un policial que no tiene nada de clásico, y cuya realización y algunas actuaciones son lo que sostiene una historia atrapante.

No voy a ahondar en el relato o la historia, sino en cómo está construido. 

Los protagonistas principales, a los que vamos a ir descubriendo a medida que la historia avanza, se van presentando en clips autobiográficos de una potencia narrativa interesante, con relatos cortos adentro de la trama, diciendo "soy fulano, nací en tal lado y me pasó todo esto" acompañado de las imágenes alusivas.

Así los vamos a ir viendo en sus desempeños en la trama, con el plus de entender de dónde vienen sus reacciones, por qué hacen lo que hacen.

Hay varias historias, todas complejas y marginales, que se cruzan como en un engranaje muy elaborado, y que van produciendo reacciones en los protagonistas.

El principal (es algo raro esto, es el peor actor, inexpresivo, y sin matices Mario Casas) es el que está en medio de la primera de las historias, un altercado en una disco que termina con el empujando a uno que lo molesta, y fruto de ese empujón el otro muere, lo que lo convierte en un condenado a 4 años de cárcel ni bien arranca la serie.

Pero sale, conoce a una chica con la que se casa, y con ella, con un llamado que llega en un momento de gran felicidad, todo comienza a complicarse.

Y a esa historia que empieza a desarrollarse, la sigue otra y otra y otra, que tendrán un enlazamiento en otro momento de la serie.

Se cruzarán la historia de Mat (Casas), la historia de un prostíbulo VIP y sus mujeres y dueño salvaje, un convento en el que una de ellas buscará refugio, un padre médico que perdió a su hijo en esa pelea con el protagonista, la madre de ese mismo hijo, asesinos a sueldo, policías corruptos, unas viejas filmaciones comprometedoras. Y la lista sigue, y ninguna de estas variables entran a la fuerza.

Un mecanismo de relojería, que no puede evitar que en algunos momentos deba repasarse poniendo en palabras de alguno de los protagonistas por dónde vamos, para no perdernos, un recurso odioso pero necesario.

El inocente es entonces un buen ejercicio mental, es indispensable que el contenido esté todo junto, porque como un buen libro que ofrece desafíos, necesita de alguna continuidad para ser visto, por los detalles y datos que no se nos pueden pasar por alto.

Las actuaciones son buenas en general, es una pena la del actor principal, que vende por otras razones más allá de su capacidad para interpretar.

Está José Coronado haciendo un papel complejo, un policía de elite que tiene mucho para cubrir de su pasado, y otros buenos actores españoles (también la argentina Martina Guzmán, cuyo personaje aparece por la mitad y crece hasta el capítulo final) que componen un elenco sólido y bien dirigido.

La serie no da respiro, la manera de contar la historia, lo que damos por sentado y que no es, los dobleces de los personajes y su desarrollo son todos necesarios, no hay estiramientos innecesarios.

En ese clima sofocante, cada vez que la historia para y nos presenta con un clip autobiográfico a un personajes, nos ayuda a entender, pero también nos ofrece un alivio.

De factura cinematográfica confirma el gran momento por el que pasa esta industria en España y nos hace entretener y estar sentados al borde de la silla, que es lo que le pedimos a las historias.




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