The courier

The courier

La siempre preciada atmósfera de la guerra fría, en una historia que tiene de telón de fondo a la crisis de los misiles en Cuba, esos días en los que la humanidad estuvo más cerca que nunca de una guerra atómica. 


6 Butacas



El clima de época es la clave de esta película protagonizada por un versátil y siempre bueno en papeles de época Benedict Cumberbacht. Es de alguna manera el mismo clima y las mismas cuestiones que abordó esa buena película de Steven Spielberg que se llamó Puente de espías. 

Esos intercambios secretos entre Rusia y occidente, gentes comunes que se juegan el pellejo haciendo un servicio a su país y a occidente, intercambios peligrosos entre espías, y dos casos basados en hechos reales.

Un hombre de negocios muy inglés, muy eficiente y medianamente exitoso, es reclutado por el servicio secreto inglés y la CIA para una misión de correo.

Como está bastante habituado a negociar con los países detrás de la cortina de hierro, solo le piden que se estire hasta Moscú, para poder traer documentación clave, que un alto mando soviético está dispuesto a compartir a cambio de inmunidad y nueva vida con su familia en algún lugar de los Estados Unidos.

Tiene temor de esa realidad de dejar en manos de su líder (Kruschev) al quien considera un peligro por su cambiante estado de ánimo, semejante potencial destructivo, y quiere hacer algo para corregirlo.

Lo más atractivo de la película, cuando el hombre común que interpreta Cumberbacht acepta el trato, es el desarrollo del vínculo con su contraparte rusa. Ambos se visitan, conocen a sus respectivas familias, hablan de la vida y de sus cosas más íntimas, hasta confiar el uno en el otro de la manera más humana posible. 

Ese vínculo, ese desarrollo es sin dudas lo mejor de la película.

Es sin dudas lo más interesante, porque el proceso, el calculado mecanismo por el cual sacan información y la lleva a Londres, no es nada el otro mundo.

La película entonces va por un camino de éxitos, de buen pasar, los documentos que el correo lleva a Londres son importantes y van revelando los planes soviéticos en muchos temas, y son relevantes en la inteligencia que está detrás de las decisiones de los hermanos Kennedy en esos 13 días cruciales de negociaciones con Kruschev por sus misiles en Cuba y en Turquía.

Pero todo ese proceso puede ser interferido, a pesar de los muchos cuidados de ambos lados, algo falla y en un golpe son apresados ambos en Rusia.

La segunda parte de la película tiene que ver con esas penurias.

Las de ambos, la del ruso para sacarle información (será separado de su familia para siempre) y la del inglés para lograr que confiese la naturaleza de sus visitas a Moscú, cosa que nunca hace.

Esas torturas, esos vejámenes, están muy por encima del rol y del trabajo que había aceptado, y marcan su destino.

Será liberado y será intercambiado por un espía ruso en algún momento (ahí volvemos a Puente de Espías) y la película termina con su vuelta a casa, incluso ahí con imágenes del personaje de la vida real, contando cómo piensa retomar su vida después de haber estado más de un año en una prisión rusa.

No hay más que eso, no emociona ni sorprende por otros carriles narrativos.

Interesante, correcta, bien actuada.


 

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