Finch

Finch

El placer es Tom Hanks, el más americano de los americanos, ese que parece que tenés de los cumpleaños, capaz de arrancar sonrisas y emociones, en un rol a su medida, tierno y complejo, que nos hace no tenerle miedo al futuro.


6 Butacas




Vimos el futuro reflejado en las películas de mil maneras, pero siempre sobrevuela la sombra de lo peor, de lo feo, de lo que hicimos con el mundo por no hacer las cosas bien y a tiempo. 

Así, repasando títulos de todos los tiempos, lo que viene no está nada bueno, porque, o nos invaden tipos que son poco agradables y no tienen humor o el agujero de ozono será tan grande que no podremos sobrevivir.

Finch es un solitario (como esos que encarnó alguna vez Will Smith) un sobreviviente, en su caso un técnico, un científico, al que el cataclismo lo encontró bien preparado y no lo afectó como a la mayoría, y ahora pasa sus días bien a cubierto de las inclemencias climáticas (que por no tener protección de capa de ozono son más despiadadas y mortales) rodeado de tecnología, un perro entrañable y un robot perro.

La creación de un nuevo compañero, otro robot para que lo acompañe y lo asista, con todos los adelantos de inteligencia artificial, le brinda a la película un giro narrativo interesante, los monólogos de Finch tendrán respuesta, la de un robot que tiene la capacidad de aprender, de interactuar, de complementar y de ayudarlo en la vida.

Esos momentos, cuando "hablan" son de lo más interesante de un film que en líneas generales no ofrece mucho más.

Finch va a enseñarle al nuevo compañero las famosas directivas de Isac Asimov, pero incluirá una nueva, un ligero cambio, le va a enseñar a proteger y a cuidar a su perro Goodyear por sobre todas las cosas.

Una tormenta se acerca y tiene que acelerar el proceso de programación, y salir con el vehículo y los tres compañeros para California, adonde se supone que el daño en el cielo es menor (no queda casi vida animal o vegetal sobre la tierra).

Y allí van, en un viaje educativo para el robot y un viaje final para Finch, que está enfermo terminal.

Todo lo que hace ahora es para que ese perro no quede abandonado, para que alguien lo recuerde y siga sus instrucciones hasta que en unos meses ya no quede nada.

Un aire de esperanza cuando todo está perdido.

Un robot que solo pudo ser programado al 72%, que no es perfecto, pero con el que Finch va a convivir mientras lo observa aprender, y que será su legado.

Una historia que brilla por el brillo de Hanks, que solo con poner su sonrisa ladeada en la pantalla logra comunicar cosas.

Una fotografía interesante, para mostrarnos esos caminos, al estilo road movie, desiertos y con restos de civilización por todos lados, y una banda de sonido evocativa de mejores tiempos, componen esta película que es una delicadeza y una lección de actuación.

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