House of Gucci

House of Gucci

Ridley Scott es correcto, correctísimo, y esta película que quiere contar una historia de ambición, familia empresaria, pasión y arte, se queda envuelta en esa corrección para quedar atrapada en una cuestión casi forense.


5 Butacas



No le faltan ni estrellas ni presupuesto, está hecha con todo lo que Scott puede manejar (muy bien) pero le falta pasión, a pesar de pretender tenerla.

Es una historia de familia italiana poderosa, de ópera, de traiciones, de dobles traiciones, de emboscadas, de mujeres bellas y mucho dinero que trae poder, pero está contada de una manera que se parece más a una crónica policial leída en un diario de fin de semana.

Los protagonistas excluyentes son la pareja de Maurizio Gucci (heredero hijo de Rodolfo, nieto del fundador, interpretado correctamente pero poco italiano por Adam Driver) y Patrizia Reggiani, la novia de clases bajas que se obsesiona con el apellido y con el poder que trae el apellido y atrapa al magnate que no quería saber nada con el negocio familiar. Patrizia es interpretada por Lady Gaga.

La casa emblemática de las carteras y los zapatos del mejor cuero que puede ofrecer Italia, está ahora en manos de los dos hermanos hijos del fundador, Aldo (Pacino) que lleva el negocio en Estados Unidos y la expansión mundial, y Rodolfo (Jeremy Irons) que está en Italia. 

De estilos contrapuestos conviven mientras el negocio camina, Rodolfo es todo tiranía y buen gusto y Aldo es la buena vida y los negocios no siempre claros.

Entre ellos dos están los mejores momentos actorales de la película, sobre todo los de Irons que hace u Rodolfo despiadado aún en los albores de su muerte. Pacino es Pacino, expansivo y femenino, dorado por el sol y exuberante, apelando siempre al medio tono y al toqueteo de sus interlocutores. Pero entre los dos conforman una buena composición de los hermanos.

Sus hijos, Paolo (un irreconocible Jared Leto) de Aldo, y Maurizio de Rodolfo, no parecen tener lo que hace falta para conducir el imperio, Maurizio quiere ser abogado y no estar vinculado con el negocio y Paolo tiene ganas pero es una máquina de cometer errores.

En ese mundo, nada que no conozcamos los que tenemos sangre italiana, será Patrizia (el expansivo personaje de Lady Gaga) quién con su ambición sin límites, seduciendo al heredero, impondrá sus ideas y su plan para desplazarlos a todos y entronar a su marido.

Pero esa ambición se muestra despiadada y Maurizio, que se revela él mismo como un frío depredador, al ir encontrándose con las cosas de esta nueva vida que lo seducen (otras mujeres entre Ferraris y cuadros caros) empezará a alejarse de la mujer que encendió en él las peores pasiones.

Así de lineal es el relato, apegado parece a lo que sucedió en realidad, pero poco o casi nada pasional.

Una crónica minuciosa.

El final es conocido, el plan de Patirizia para vengarse, las muertes progresivas de los miembros del clan, los despechos y las traiciones, y las acciones del imperio que van cambiando de manos hasta no dejar a ningún Gucci en los directorios.

Muchas estrellas en el reparto, un esfuerzo por italianizar el inglés (a veces gracioso, salvo por el caso de Leto, que se esfuerza por el lado correcto) la moda, los modales de Maurizio, la vulgaridad de Gaga, y una sinfonía que no funciona como tal, más como un rock altisonante, con mucha falta de armonía, eso es esta película que no termina de encontrar nunca aquello que nos hace querer seguir viendo.

Un collage esmerado, muy prolijo, pero poco vibrante.

Comentarios

Entradas populares