Munich al borde de la guerra

Munich, al borde de la guerra

Difícil de seguir, tras un comienzo que promete, con aire de gran relato de espionaje, se transforma en una crónica de sucesos mal enhebrados y sin la tensión que necesita para atraparnos.


3 Butacas



La historia gira alrededor de dos ex compañeros de universidad, un británico y un alemán, que se verán de un lado y del otro de la vida en un momento de máxima tensión, uno volverá a su Alemania natal y el otro se quedará en Londres, ambos trabajarán para sus respectivos gobiernos, y tendrán un rol que jugar en la decisiva Conferencia de Munich de 1938, en la que Inglaterra firma una paz de ficción con Hitler en presencia de los franceses y los italianos.

Lo más interesante de la película, como siempre sucede, son los actores que encarnan al Fhurer y al Primer Ministro británico Neville Camberlain, que pasó a la historia por haber sido el que se creyó el cuento de un Hitler que honraría un compromiso por escrito.

La tentación de la película es contarnos qué pasaría si lo hubieran asesinado en esos días de las conferencias? En verdad había un grupo de generales dispuestos a terminar con su locura?

Y por supuesto la historia del alemán arrepentido de la barbarie que se estaba por desatar.

Todo muy conveniente para que encaje en una historia muy poco creíble.

Lo más valioso de la película es sin dudas la buena composición del Primer Ministro que logra Irons, en buena forma y con dos películas recientes, hace un PM que además de tener cierto parecido físico con el verdadero, le pone una buena dosis de ironía británica y a la vez de una ingenuidad pasmosa que lo hace hasta tierno.

Solo esos momentos en los que Irons brilla son para destacar.

Todo el resto es muy poco creíble y no está a la altura.

Plantea cuestiones morales vinculadas a la guerra de una manera tan superficial que desconcierta.

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