El ciudadano ilustre

El ciudadano ilustre

A lo García Márquez, el escritor que hizo de su pueblo un universo

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Daniel Mantovani es el escritor argentino ganador del Premio Nobel de literatura. Un escritor algo cabrón, que creó un universo alrededor de un pueblo, un remoto lugar perdido en el globo, escenario de historias y de personajes, que lo ayudaron a, desde ese punto cardinal y sus habitantes, contar el mundo.

Hasta ahí la presentación a trazo grueso del personaje. 

Escritor de élite, consagrado y en una cima mundial, desde la cual dicta con su personalidad y sus convicciones, lo que está bien y lo que está mal, lo que debe hacerse y lo que no, y desde donde se da el lujo de rechazar las cosas que cualquier mortal se moriría por aceptar.

Construyó en soledad una moral, y es devoto de ella.

Su mundo transcurre entre esos placeres secretos, esas rebeldías que disfruta en solitario, en su alejada casa de Barcelona.

Hasta que una invitación altera su rutina, el intendente de Salas, su pueblo natal de la provincia de Buenos Aires, lo invita a pasar una semana para declararlo ciudadano ilustre.

Le hace gracia, hace mucho que dejó cree que para siempre ese lugar, pero algo lo motiva a volver.

Y vuelve.

Y al volver, vuelven los viejos amores, los viejos rencores, y las viejas marcas en el alma en una geografía que ahora es hostil y que parece haberse quedado congelada en el tiempo.

Esa es la historia.

Un hombre exitoso, que ha conocido el mundo, de vuelta al lugar del que partió y que lo ve volver, no desde el recuerdo dulce del que vuelve a sus raíces, sino de la amarga sensación de aquél que huyó y que hizo de esa huída, el relato más redituable de su vida.

No será fácil esa semana.

Se enfrentará a fantasmas, a enemigos reales, a gente que lo venera y muchos más que apenas saben de su existencia, entre ordeñe y faena de ganado.

No será nada fácil la vuelta.

Los directores Gastón Duprat y Mariano Cohn, son los mismos de la maravillosa "El hombre de al lado", son originales, cuentan bien y crean climas, pero en esta no logran la tensión narrativa que uno espera.

Es correcta, pero no sobresalta como si lo hizo la anterior.

Oscar Martínez es el centro de este universo, y compone a un escritor duro, frío de tanto profesionalismo y con la cuota de cinismo necesaria para no quererlo nunca, la misma que se adivina en la última y cómplice mirada a cámara con que cierra la película.

El reparto está muy bien, sobre todo los anónimos habitantes de Salas, no tanto Dady Brieva, que se esfuerza en componer a un sórdido amigo de la juventud, y que será importante para el desarrollo narrativo, hubiera preferido a Daniel Aráoz, pensando en la anterior colaboración con la pareja de directores.

De todas maneras es una película interesante y bien contada.

Toda la reconstrucción de la vida pueblerina es de un acierto fenomenal.

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