Crashing

Crashing

Qué inagotable la creatividad y la potencia narrativa de Phoebe Waller-Bridge! Una muy joven actriz, escritora y directora británica que por ahora sigue sorprendiendo, pero corre riesgo de repetirse.




7 Butacas



En medio de la sensacional Fleabag y las dos temporadas de la potentísima Killing Eve, Netflix trae Crashing, otra comedia de Waller-Bridge fiel al formato más hilarante de la cantera inglesa. Una historia que se ramifica en otras historias, que en algún momento se cruzarán, claro está, y un despliegue de acidez y corrosividad asombrosas.

Crashing tiene una historia simple, la convivencia en un edificio en Londres, un edificio abandonado, que se aprovecha mientras se decide qué hacer con él en términos de urbanismo. 

Así hospitales, comisarías, cuarteles de bomberos en desuso son rentados mucho más barato que un departamento, a gente que debe calificar (tener trabajo, ser referidos, buenas costumbres) y que puede vivir en un lugar céntrico, espacioso a precio de ganga.

A la intimidad de un grupo de amigos que vive en uno de estos hospitales llega Lulu (la Waller-Bridge) que es amiga de uno de los protagonistas, amiga de la infancia que llegará para confundirlo, darle celos a su novia, y poner todo patas para arriba.

Son 8 capítulos que no llegan a media hora cada uno.

Se van desarrollando las historias y los entrecruces con un guión filoso, lleno de situaciones ridículas, gente que queda expuesta en su maldad, y borracheras.

Habrá dos tensiones sexuales, la de la pareja protagónica y la de uno de los integrantes del grupo, que arranca como un desaforado sexual y termina cambiando de preferencias.

Pero en el medio habrá, como en todos los trabajos de la autora, críticas a la sociedad y sus normas de etiqueta, a la tentación por fingir, a la impostura, y será un intento por retratar lo que le pasa a la juventud inglesa y sus frustraciones.

El nivel actoral es clave para que ese ritmo y esa acidez pueda fluir, y Crashing lo logra, conformando un elenco muy parejo y muy en sintonía.

Con la autora no hay posibilidades de indiferencias, no hay un lugar cóomodo en el centro del relato para verlo sin tomar partido, o te gusta o no entendés su lenguaje y su humor.

Es así de vibrante y así de sincero lo que hace.

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