Tu parte del trato

Tu parte del trato

Gran producción nacional. Buena trama. Muy bien realizada, con dos muy malas elecciones, parte del trío protagónico y esa irresistible tentación por copiar.


6 Butacas


La historia es muy buena (no es que no la vimos, pero está muy bien planteada) un broker inteligente, ambicioso y muy inquieto, se fastidia cuando no es ascendido como merecía y recibe la noticia en la fiesta de fin de año de la empresa.

Un jefe pésimo, inmoral y violento, un entorno de oficina hostil a sus costumbres y su inteligencia, y la aparición inesperada de un personaje que le ofrecerá que todo cambie, a cambio de su ayuda para algo extraño.

Así se plantea el nudo de la trama. Un pacto. Un trato entre dos que no se conocen, pero que se desean, entre dos que son capaces de todo para lograr lo que quieren, con la diferencia que uno de ellos tiene conciencia, remordimiento y miedo y la otra no


Una muerte violenta, un entramado tecnológico y persecutorio, y la deuda que debe pagar el protagonista (a cambio de una extorsión) serán las líneas de desarrollo de la trama.

Que nos va a llevar por temas financieros, empresariales, una fundación, la prensa, y la tensión entre los tres personajes principales: El financista, la aparición y la presidenta de una fundación benéfica.

La serie de 8 capítulos tiene ritmo desde el arranque, desde los títulos, y tiene dos elecciones muy acertadas, la estética general y los escenarios. Todo es creíble.

Lo mismo que los personajes secundarios, que sin bien no tienen gran lucimiento porque lo central recae en los tres principales, están todos a la altura.

El problema es en el trío protagónico.

Nicolás Cabré compone al protagonista masculino, al financista. No tiene manera de escapar de sus inflexiones exageradas, sus tartamudeos clásicos, rascarse la cabeza en señal de debilidad o hacer su sonrisa ladeada. Simplemente es el mismo personaje de siempre, por ende, no hace del todo creíble, más allá del guión y las situaciones, a su personaje. Simplemente no lo logra. Es una mala elección, taquillera seguro, de hecho no se habló de otra cosa que de las escenas sexuales que jugó, cuando la actuación pasa a un plano secundario.

Tampoco es una buena elección Eleonora Wexler. Es cierto, es una actriz madura y tiene una mucho más amplia paleta interpretativa, pero exagera, no es creíble. Tiene el peso de un cambio muy radical en su personaje, de la ternura a la brutalidad y la frialdad más terrible, y sin embargo hay pocos rasgos de ese paso importante en su actuación.

Es acertada la elección de Jazmín Stuart para el personaje más border, más complejo y más interesante de la tríada protagónica. Y lo hace con soltura y con mucho oficio.

Pero, y es una pena que exista un pero en este caso, es absolutamente innecesario que se recurra a copiar el estereotipo que la asesina de Killing Eve impuso como modelo. Y ese recurso está casi calcado. La ropa con la que se viste, la capacidad para pasar de la amabilidad y la risa a la violencia más increíble sin mover un solo músculo de la expresión, la capacidad de matar, de enternecerse y matar al mismo tiempo. Todo muy parecido al personaje increíble de esa serie hermosa.

Una pena.

La tentación por el choreo es un defecto muy grande de esa cantera creativa de nuestro medio.

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