Arde Madrid

Arde Madrid

Ava Gardner (el animal más bello del mundo) vivió 13 años en Madrid. Años locos, de juergas y de escape de sus tres matrimonios fallidos. Unos pocos días en esos años agitados, se cuentan en esta perlita.



7 Butacas


Ahí está ella entonces, la diva a la que todos aman y es sinónimo de vanguardia en varios rubros, en medio de la Madrid pacata de Franco y compañía en 1961.

Arde Madrid hace foco en esa tensión. En esos mandatos vigentes de castidad y rigidez, que tienen su vía de escape en esas fiestas en las que todo está permitido.

Y lo hace imaginando una trama inteligente, divertida, verosímil y muy ágil.

Con 8 episodios de poco más de 30 minutos cada uno, vamos a meternos en el departamento de la diva, infiltrando a una mujer y un marido falso, para que ella por la causa de España franquista y él por unos pesos, se hagan pasar por ama de llaves y chofer, para descubrir si en ese departamento hay actividades comunistas.

Los enredos que se irán produciendo, la fachada, la diva incontrolable, situaciones al límite de lo delictivo y la carpeta de "seguimiento" son una parte muy importante de la trama.

Que se completa con la relación que se irá desarrollando en la pareja protagónica y un elemento adicional que la hace atractiva para nosotros, en ese complejo, en el piso de abajo, vivían antes de Puerta de Hierro, Perón e Isabel, recién llegados de Panamá adonde se habían casado.

Perón también la doraba, pero rodeado de fantasmas, desanimado porque Franco no lo recibía (ni siquiera se quería cruzar con él en actividades públicas) convencido que querían atentar contra su vida, no dormía de noche, y las fiestas del piso de arriba lo volvían loco.

Ese matrimonio, quizá algo excesivamente caricaturizado en la serie (entiendo que es la mirada española sobre ese visitante que también estuvo muchos años allí) hacen una historia a parte, que se va desarrollando con ironía y arte.

Arde Madrid es corta, es inteligente, está bien actuada, fotografiada en blanco y negro de manera impecable (la España gris del franquismo), y conforma un todo muy armónico. Un relato que mezcla situaciones de comedia, biográficas (en esos días la Gardner firmaba el contrato para hacer "55 días en Pekín"), de pintura de época y algo de melancolía.

Un párrafo aparte es Inma Cuesta, una actriz y cantante de grandes dotes, escondida en la máscara de la criada, solterona y renga, en una transformación digna de elogios.

Todo condensado en capítulos cortos y muy bien realizados, lo que nos asegura que vamos a aprovechar a cada personaje y su mundo.

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