Raymond & Ray

Raymond & Ray

Rodrigo García (hijo de García Márquez de interesante trayectoria en Hollywood) dirige este drama con toques de humor negro que no agrega nada al subgénero, ni conmueve, ni hace pensar, ni arranca más que alguna sonrisa.


4 Butacas



Raymond (Ewan MacGregor) se aparece en la casa de Ray (Ethan Hawke) en medio de la noche, se llaman igual pero son hermanos, mismo padre, distinta madre.

No se ven hace tiempo, dejaron de frecuentarse hace años quizá escapando de esos años en los que vivieron juntos con un padre complejo, tirano y tóxico.

Papá murió, es el mensaje que Ray toma con calma, en el fondo se alegra, y su última voluntad es que vayamos a su entierro.

Así empieza esta palícula que es difícil de clasificar. 

El viaje en auto nos permitirá conocerlos, saber a partir de las anécdotas que van contando, cómo fueron sus vidas, el impacto negativo de la vida de ese hombre que acaba de partir en sus historias y cuando nos empezamos a acostumbrar a que ese es un buen camino para contar la película, se corta y llegan a destino. Abandonan este buen elemento que es el viaje en auto (ya lo vimos, pero es generalmente efectivo).

Al llegar a la casa valatoria, todos los que se cruzan con ellos, ya sea al teléfono, desde el abogado del padre, su pastor y algunos vecinos, ponderan las cualidades del difunto, cualidades que ellos desconocen. 

Hablan de un hombre tierno, mundano, judío para algunos, cristiano para otros, en definitiva, una especie de farabute que le decía a cada uno lo que quería escuchar.

Al llegar a la casa estaba una joven Maribel Verdú, que fue la última de las muchas parjeas que tuvo.

Se irán desarrollando esas historias a medida que la principal avanza, lenta, con algunos toques de bizarrez.

Entre las cosas que dejó dichas para su entierro hay varias muy peculiares, quiere que sean sus hijos los que caven la tumba (2 metros de profundidad) Ray dice que es para meterse definitivamente en sus cabezas, y en ese acto de ir todos a hacer el pozo, aparecerán tres hijos más, el más joven fruto de la relación con su última pareja (la Verdú) y unos gemelos acróbatas, hijos con una mujer con la que solo pasó unas semanas hace 30 años.

Se irán desarrollando historias paralelas, una de Raymond con la última pareja, la de Ray con una enfermera que lo cuidó en los últimos días, las excentricidades que pidió como última voluntad, y los curiosos personajes secundarios, que son los que aportan algunos toques de comedia negra.

Está muy presente la música, Ray toca la trompeta, es bueno con el blues y el jazz, pero fue tan motivo de eterna disputa con su padre que ya no lo hace, y todo lo que está relacionado con eso le duele.

La banda de sonido es una de las pocas cosas buenas de la película.

Los personajes no profudizan, y lo peor, la segunda mitad de la película podríamos escribirla nosotros, a partir de lo obvio de la primera mitad.

Es lenta, se queda en una especie de ramillete de obviedades que nos van llevano de a poco hasta un final previsible.

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