El reino (Temporada 2)

El reino (Temporada 2)

La tentación de hacer una segunda temporada después del exitazo que fue la primera derivó en esta nueva entrega, más exagerada, menos creíble y por momentos bizarra.


3 Butacas



Ni siquiera la salvan las actuaciones, son todos buenos, pero están tan exagerados en sus roles, el guión tiene que ser tan explícito (contando a veces las intenciones de los personajes cuando hacen algo) que parecen una parodia de la primera temporada.

No ayuda nada, niel vestuario, ni los peinados, ni los textos.

Es como que hay dos historias paralelas que es difícil que se encuentren, la del Pastor que ahora es Presidente de la Nación (nos perdemos de ahondar en eso, en la influencia de las iglesias evangélicas en la política, porque en esta temporada en la que llega al poder, su origen es solo un dato, reforzado por las bendiciones y una manera de vestir poco creíble) que tiene menos poder del que cree, que está acosado por todos lados y que defrauda a su mentor.

Mentor que está compuesto por Joaquín Furriel, que es mucho mejor que el rol que tiene que hacer en esta historia, que es todo poderoso, miembro de una agencia internacional que todo lo puede (una fantasía que estuvo bien en la primera temporada pero que ahora que hay que desarrollarla no aporta nuevos datos) pero que está acosado por los fantasmas de la gente que mató o mandó a matar.

Se enrolla entre su vida interior tortuosa (y una relación con una psicóloga que está muy tirada de los pelos en la historia, es decir, si la idea es mostrar que ese tipo es un monstruo hay otras maneras) y queda e mitad de camino de todo.

Los personajes que son atractivos, son los que rodean al personaje de Tadeo, uno de los desencantados de la primera temporada, que compone con la solvencia que lo caracteriza Peter Lanzani, todos jóvenes talentos que no se esfuerzan en componer a ese núcleo de chicos desamparados, con toques místicos.

Hay mucho lugar común en las historias.

Los hijos del Pastor y la Pastora son también personajes interesantes, que está en un registro ambiguo, entre la estupidez y la bondad, entre el ridículo y la vida cómoda, pero a los que también se los hace hacer cosas innecesarias, como el trío sexual de uno de ellos.

Hay si un gran despliegue de producción, como K&S films nos acostumbra, filmando en Casa Rosada, en Olivos, y utilizando un despliegue inusual para nuestras producciones.

Es una pena, porque la primera temporada había sido entretenida y nos había paseado por historias interesantes, de política, de ficción política, de mística, de tensión sexual aberrante, de una historia policial que terminó en asesinato. Habría que haberla dejado ahí.

No entendemos por ejemplo, aunque apreciamos por lo genuino, la presencia en esta temporada de la Fiscal y su ayudante (Duplá y Korovsky) que van a tener un desarrollo secundario y recién al final van a aparecer con algo de sentido, aunque el guión no resiste la tentación de también enamorarlos.

Insisto, la primera temporada es buena, esta segunda ahonda los problemas que en la primera, al tener una historia original, dejamos pasar.

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