Historias para no contar

Historias para no contar

Siempre picante, inteligente y desafiante, cada nueva película del realizador Cesc Gay (Truman, Una pistola en cada mano, Ficción, entre otras) es esperada porque sabemos que algo va a pasar, algún límite va a correr. No pasa en esta.


4 Butacas



Historias para no contar es un relato hecho de a retazos, de historias que tienen en común la incomodidad, temas que uno no quiere contar, cosas no dichas, pero que a diferencia de lo que uno puede pensar de antemano, no se van a cruzar nunca, no hay nada que las vincule, cuando una termina empieza la otra, ni siquiera en el mismo barrio.

Y van de mayor a menor, lo que es extraño, quiero decir, la primera que tiene a Chino Darín y a Anna Castillo como protagonistas, augura un tono de comedia incómoda, que se irá desdibujando, cayendo, hasta una historia final mucho más tediosa y ya sin chispa.

Es un estilo interesante, el de contar de a pedazos, como tan bien lo hizo Relatos Salvajes, pero en este caso sin hilo conductor, nada más que esa insoportable sensación de incomodidad que producen los enmascaramientos, las mentiras, las cosas no dichas.

La sociedad barcelonesa y sus miedos, su madurez en temas sexuales, sociales, bien pensantes, pero que a la hora de vivirlos en carne propia no son tan modernos, son parte de los relatos, que, de nuevo, no tienen vínculo entre sí.

Son muy buenos los actores, de lo mejor de la escena española actual, pero los guiones, las situaciones, a poco que comienzan a contarse pierden la magia, se deshilachan, y no lo pueden salvar ni esas buenas presencias, ni la historia del director.

Se desaprovechan (como en la historia que protagoniza José Coronado) las bondades de ese grupo de interpretes, todos conocidos y todos capaces de dar mucho más de lo que dan.

Hay momentos en que las historias sencillamente se pierden, languidecen, pierdn atractivo y queremos que terminen. 

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