Retribution

Retribution

Se acuerdan de ese personaje de acción que encarnó (casi siempre el mismo) Liam Neeson en los últimos años? Ya no existe, y los esfuerzos por que rinda un poco más están a la vista en esta película rodada en Berlín.


3 Butacas



Taken era la película, esa de 2008 que se convirtió en un éxito inesperado y que posicionó a Neeson en un lugar también inesperado para él, un héroe de acción maduro, distinto, visceral y muy humano capaz de hacer todo para proteger a sus seres queridos.

De esa saga se desprendieron otras películas, algunas buenas o llevaderas y otros bodrios, que pivotaban siempre alrededor del tipo duro que no quería serlo.

Sospecho que el mismo Liam ha intentado salirse de eso, que le debe haber dejado dinero pero poca satisfacción, de ahí su intento con Marlowe, el mítico detective que intentó corporizar el año pasado en otro intento fallido, cambió de época, de traje, de acento, pero la magia no aparece.

En Retribution no hay intento directamente, es una película de acción que transcurre casi toda en el interior de una camioneta, casi todo dicho. El alto tiene 72, ya no está para destrezas, y entonces hay que recurrir a los planos cortos, a la tensión creada a base de música y caras y muescas, pero no se logra.

Es una película gris, anodina, sin emoción y hasta previsible, lo peor para esté género. No hay coreografías, no hay acción de verdad, no hay nada.

Además es un refrito de película similiar española con Luis Tosar, que es infinitamente mejor que esta versión.

Saldrá de los cines sin pena, gloria, y será olvidada al instante.

Difícil imaginar que Neeson pueda encontrar otro Taken en su carrera, quizá debería buscar guiones que lo lleven más a personajes que no necesiten irse a las piñas o manejar armas siempre.

En Retribution, es un banquero de inversión agresivo, uno de esos tipos que te tienen que convencer de dejar la plata en sus cuentas a pesar de estar perdiendo mucho. Es un obsesivo del trabajo, tanto que tiene una pésima relación con su esposa y sus hijos, y una mañana que acepta a regañadientes llevarlos a la escuela (que por supuesto no sabe adónde es) recibe una llamada en un teléfono escondido en su camioneta de una voz metálica que le indica que en los asientos hay bombas con una placa para activarlas con solo moverse del asiento, y que solo debe seguir sus instrucciones, que tienen que ver con transferir dinero.

No hay mucho más.

O mejor, nada por aquí, nada por allá

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