Mensaje en una botella
Siempre me gustaron las historias con viajes en el tiempo. Pero siempre me confundieron, parece que no me alcanza la imaginación para entender lo que pasa y cómo pasa.
6 Butacas
Cuando era chico y veía el Túnel del tiempo, aquella serie extraordinaria, siempre les recomendaban a Tony y a Douglas, que no toquen nada, que no cambien nada en el pasado porque un cambio mínimo desencadenaría cambios en el futuro, es decir, en el presente, y que esos cambios, por efecto mariposa, podrían ser muy profundos.
En esta película argentina (MGM distribuye, una buena apuesta) que llega a plataformas en este junio, Luisana Lopilato es una sommelier de vinos, joven y ambiciosa, nacida y criada en los viñedos mendocinos (una buena apuesta de producción, mostrar esa tierra y sus bellezas en planos amplios y coloridos) hija de Eduardo Blanco y de Ines Estévez, que descubre, por un azar, que si se deja mensajes escritos en una botella de un vino hecho por su padre en distintos años, ese mensaje cambia la línea de tiempo.
Es decir, una noche tiene una mala pasada en un concurso muy importante, y después de eso se cruza con tres personas (el inefable Rafael Spregelburd, un entrañable Benjamín Amadeo y Luciano Cáceres) que de alguna manera tienen que ver con su corazón, pero ella está incómoda con toda la situación.
Recuerda lo de la botella, y se va a la vinoteca de un amigo de su padre (Luis Machín) para que le de una botella de ese vino especial (que se llama como ella, Denise) para irse varios años atrás y poder mandarse un mensaje para que no haga lo que desencadenó en este presente (hasta me cuesta explicarlo).
Lo hace y efectivamente, en ese pasado la botella contiene ese mensaje que lee y cambia las cosas.
Esto va a pasar varias veces en la película, porque cada intento la lleva a situaciones que si bien corrigen algo de lo que quería, también modifica otras cosas para peor, lo que requiere de nuevos ajustes.
El tema es que las botellas son escasas y no quedan muchas chances de cambiar las cosas.
Es una película que está bien en su desarrollo, con un elenco muy variado y efectivo (a los que ya conté hay que agregar a Benjamín Vicuña, Marina Bellati) y situaciones de comedia muy bien contadas.
Lo difícil es seguir el tema de los viajes temporales y sus consecuencias!
No es menor, porque son definitorios de lo que les pasa a los personajes, pero requiere a veces de que ellos tengan que explicarlo, con lo cual no es tan efectivo.
Hay algunos hallazgos, como el personaje que hace Gabriel Corrado tomándose el pelo todo el tiempo, o el entrañable enamorado que hace Benjamín Amadeo, que es dulce y gracioso y torpe a la vez.
Luisana Lopilato (de inverosímil cabellera negra que irá recortando de acuerdo a la época en la que nos ubica la historia) está correcta, sabe de esos personajes aunque le faltan matices y quizá no explote de manera total a ese personaje.
Hay buenos intentos, la idea de mostrar el corazón vitivinícola argentino con una historia, al estilo Entre copas, hace unos años ya con el Pinot Noir en California, que entrelazado con las historias de viajes en el tiempo hacen una buena combinación.
El elenco, repito, está muy bien, pero el personaje protagónico es clave, y no es todo lo dúctil que debería ser para esta historia, que si bien tiene momentos de buena comedia, se pregunta por las relaciones y desarrolla momentos de ternura.
El personaje de Benjamín Vicuña es interesante, porque se burla un poco también de algunos estereotipos, y lo hace un obsesivo con la cultura maya, pero un ignorante de las cuestiones más elementales, como la construcción de oraciones simples o ecuaciones de tablas de multiplicar.
Está bien en general. Hubiera sido otra historia con otra protagonista.
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