Mobland

Tom Hardy y su rol de Harry De Souza, un gruñón fixer de una familia mafiosa, los Harrigans, justifican ver la serie, aunque sea para disfrutar de otro de sus personajes brutales, adorables y temibles que suele interpretar.


9 Butacas



Vamos por partes, es un producto de la cantera de Guy Ritchie, con lo que ya podríamos ir anticipando ciertas atmósferas, ciertas ironías, ciertos arrebatos de violencia extrema. Y a la vez, Ritchie dirige uno de los capítulos y produce, tiene también algunos toques que hacen que no nos terminemos de creer del todo la historia, porque todo está exagerado para la representación dramática.

Ahí nos salva Hardy.

Los Harrigans, una familia irlandesa desquiciada que maneja desde una fortaleza rural el negocio de ciertas drogas y armas en Inglaterra, son interpretados por nada menos que Pierce Brosnan y Hellen Mirren, caricaturas brutales y desquiciadas, metidos en los cueros de un rey una reina del mal, capaces de los peores abusos y las peores violencias a pesar de sus edades.

Se dicen todo y se hacen todo lo malo que se nos ocurra. Harry, el rol de Hardy, es el teniente que todo lo soluciona.

En el primer episodio, el niño mimado y rebelde Eddie Harrigan (nieto de los capos) se pasa de rosca y en una disco termina matando por nada a otro pibe, que terminó siendo el hijo del capo de la dinastía criminal cockney, los Stevenson.

Eso significa guerra, y esa guerra durará hasta el final de la serie.

Con Harry negociando, buscando los soplones adentro, tomando decisiones y poniéndose en riesgo todo el tiempo.

Los Harrigans, ambos intérpretes, son buenas caricaturas de esos personajes que vimos tanto en las creaciones de Ritchie, sobre todo en el caso de Brosnan, a quien siempre vemos atildado y bien entrazado y acá hace de un tipo grande, algo escatológico y brutal, un depredador sexual cuyas aventuras generan más de un problema para la familia (al menos dos que conocemos en esta temporada) y sobre todo un tipo capaz de matar a sangre fría como si fuese un trámite y seguir la conversación como si nada hubiese pasado.

La Mirren también es terrible en su creación de esa esposa que más reina que consorte, que está todo el tiempo conspirando hasta en contra de su propio esposo y que es capaz de lo peor, como si fueran ambos personajes sacados de un drama Shakespereano.

La serie se va desarrollando con el marco de esa guerra que irá escalando y escalando, con la aparición de personajes secundarios muy interesantes, que irán jugando los roles de la policía, la policía corrupta, los carteles de la droga y los negocios, y en el medio, el bueno de Harry que a partir de sus dos cualidades básicas, la confianza y la eficiencia, es la pieza clave en toda la historia.

Muy buena, bien hecha, dinámica, nada que no hayamos visto, poco creíble a veces, pero con el agregado de la actuación de un tipo distinto.

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