Tintín


Tintín – El secreto del Unicornio

Por dónde empiezo? Tintín es maravillosa. Es un reencuentro con un viejo conocido que, adopta nuevo lenguaje pero sigue fiel a sí mismo, no es una de DC Cómics que uno no sabe nunca con qué súper amigo se va a encontrar. Acá está Tintín.

Largamente esperada, la animación es increíble, la historia vibra de tal manera que no hay forma de parar y los personajes son excepcionales.

Qué más? Un guión a prueba de balas, y acá es literal.

Spielberg hace un una secuela de Indiana Jones sin Harrison Ford, hay escenas de la película que recuerdan el vértigo y los planos secundarios de la saga del arqueólogo. Y crea con una técnica de animación que es asombrosa, pero que no deja ni un instante de estar al servicio pleno de la historia. Quiero decir, es una película!! A los 15 minutos estamos prescindiendo de la animación y los trucos.

Los planos, los contraplanos, las sombras, los contrastes, todo es impecable.

Pero además hay una historia. Hay un guión, que hace nada menos que Steven Moffat, el inglés culpable de Sherlock, la excelente miniserie de la BBC. Y está Steven, y Peter Jackson en la producción y entre los actores está Jamie Bell, el chico que ya creció que interpretó a Billy Elliot en pantalla grande, está Daniel Craig, están Andy Serkis y Nick Frost, nombres desconocidos pero rostros familiares para los que gozamos con la nueva comedia británica.

Y además, la historia es simple, es contable, no recurre a giros raros para dar un golpe de efecto, no recurre a extraterrestres que explican todo ni a intrigas internacionales ni a recursos tan vistos para contar una aventura hoy en día.

Hay un barco, hay un tesoro, hay un capitán y hay malos (muy malos) que quieren tomar lo que no es suyo.

Aventura pura!

Y hay la esencia de su creador, Hergé, en todo el relato. En eso, y es una gran noticia, hay sido fieles, no hay hecho una historia “basada en los personajes creados por Hergé” acá está su impronta.

Bienvenido Tintín, y que vengan más.

Resulta bueno para todos, para los que mediamos los 40 porque lo tenemos muy fresco en la memoria, para los chicos, por la calidad de la historia y porque pueden acompañarnos, y hasta para los mayores, que consumían estas historias de posguerra en los diarios y revistas de los 40 y 50, por la fidelidad con el recuerdo.

Muy recomendable

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