Quincy

Quincy

La música y la industria de la música a escala planetaria, tuvo varios nombres y entre todos ellos un protagonista ineludible: Quincy Jones. Este tributo es un homenaje.



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Y no lo disimula!! Todo está planteado como una loa larga y bienvenida con el gran Quincy como narrador y figura central.

Este documental de Netflix tiene varias lecturas, pero un atractivo poderoso, hay tantas melodías que pueden sonarnos en nuestros mejores recuerdos que fueron escritas, producidas o interpretadas por este coloso de la producción musical, que ese solo dato bien vale que lo veamos.

Planteado como un pantallazo de los últimos años de su vida, pivoteando sobre su intimidad (está producido y dirigido por su hija Rashida) suma unos muy cuidados flashbacks a su infancia pobre en el sur de Chicago, su madre esquizofrénica y su enorme necesidad, lo que forjó una personalidad poderosa, y una manera de relacionarse con el mundo a prueba de fracasos.

Jones está detrás de los mejores discos de Sinatra (o casi) que son los de los años del vínculo con Count Basie, y del disco más vendido de la historia, Thriller de M Jackson, pasando por aquél primer video de producción colectiva, We are the world, y la música de más de 50 películas.

Semejante producción le trajo fama, dinero, más fama, y más trabajo. Lo que no siempre disfrutó en plenitud.

Un costado de su vida que no surge a primera vista son sus matrimonios, siempre con mujeres bellísimas, y con las cuales tuvo a su media docena de hijos.

QUincy se percibe como leyenda, y se sabe merecedor de todos los homenajes que le están haciendo en vida. Y los disfruta. 

Tanto como disfrutó de su amistad con Ray Charles, o sus años en la orquesta de Lionel Hampton.

Su nombre está vinculado a los más grandes intérpretes del jazz, y también de la música disco como continuadora de vaya uno a saber qué legado negro y virtuoso.

Pero también a la política y a la acción directa a través del arte para trabajar por causas como la lucha entre pandillas negras, los derechos civiles, o la inauguración del museo afroamericano de Washington.

Todo es poco para homenajear a esta leyenda, que se sabe último de una generación que inventó todo.  

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