Un gallo para Esculapio (segunda temporada)

Un gallo para Esculapio (segunda temporada)

Sin Brandoni, pero con toda la carne a la parrilla. Historia conurbana sin idealizaciones ni exageraciones.


8 Butacas



Ese espíritu, ese objetivo, sigue inalterable en esta segunda entrega, que además tiene el desafío de reemplazar la presencia monumental de Luis Brandoni en el rol del Chelo Esculapio.

Esto implica que crecerán otros personajes, pero además que la historia necesita giros para expandir su potencial.

Mientras en la primera temporada todo se construyó alrededor de esa relación entre el jefe y el pibe recién llegado del norte, el pajuerano, en esta temporada ese muchacho vuelve por sus cosas, por su nombre manchado con una muerte que no le cabe (aunque si arrastrará otra, más cercana y perturbadora) y de alguna manera por un lugar que le atrae, el del Chelo.

Pero claro, esas intenciones se van a ir forjando muy despacio, en la medida que tenga que primero dirimir un viejo pleito con el personaje que encarna Luis Luque (un tanto exagerado en sus gestos y afectación), el Yiyo que secundaba a Esculapio, y en la medida que las oportunidades se vayan abriendo a su capacidad de mando y de organización.

Es una temporada que se presenta más dura, algo más cruel, y más directa que la primera, en la que tuvimos que ir descubriendo los personajes.

Si la preocupación era si se podía reemplazar la presencia de Brandoni, la respuesta es que si, casi no lo recordaremos, a fuerza de guión y buenas interpretaciones que crecen ante esa ausencia.

Son muy interesantes los crecimientos de Julieta Ortega, Ariel Staltari (que vuelve a ser el artífice de un guión sólido y sin engaños) Érica de Sautu Riestra como la turca mujer de Yiyo y una aparición fuerte de Juan Leyrado.

Por lo demás, el personaje de Lanzani, que ya deja de ser una grata sorpresa para convertirse en una realidad poderosa, vuelve a por lo suyo de manera inesperada, a un lugar que lo rechaza de entrada pero que de a poco se irá rindiendo a su inteligencia y a su código de amistad y respeto.

Es buena también la fiscal que compone Cecilia Rosetto.

El gallo es una de las mejores producciones nacionales, hecha con una factura impecable y con un desarrollo clásico pero contundente.

Es una pena que esta segunda temporada sea solo de 6 capítulos. Deja con ganas de más.

Aunque sobre el final, se dejan varias puertas abiertas para una nueva entrega.

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