1917

1917

Sam Mendes tuvo la mala suerte de hacer su mejor película al comienzo de su carrera. Es correcto y sabe, pero le cuesta emocionar. Esta historia es perfecta, pero luce tanto que marea.




6 Butacas


Podemos tolerar un argumento simple (de hecho a veces lo pedimos suplicando!), que responda a la pregunta básica "de qué se trata"? y ahí uno no debería contarla en más de tres párrafos.

Este requisito lo cumple 1917, digamos que la película trata de unos soldados que tienen que llegar al otro lado del mapa para entregar una carta con una orden de parar una ofensiva, porque ya saben que los van a matar a todos, que es una emboscada.

Ya la contamos.

Y ahora qué sigue?

Sigue una película que es un continuo de virtuosidades técnicas y narrativas, desplazamientos de una cámara inquieta, que funciona como un ojo testigo, como si estuviéramos ahí.

Los planos, ayudados por una música en loop muy inquietante, nos llevan por los pasillos de esas trincheras infestadas, esos lodazales hediondos en donde se libró esa guerra que todos coinciden que fue la última cuerpo a cuerpo, en la que todavía se mataba con bayoneta y revólver.

Los plano secuencia, esos en los que no hay cortes, se tornan abusivos (y hasta producen cierto mareo) y las escenas se vuelven largas y muy parecidas.

Hay una épica, un heroísmo que se cuenta a partir de una misión personal (como la del soldado Ryan) que sirve para contarnos cómo fue esa guerra, su crueldad y su absurdo. Como todas las guerras.

En definitiva, es una película bien contada, muy virtuosa, pero que no agrega nada a lo que ya vimos, y cuya anécdota central (es una sola) es muy débil.

Dunkerke, que puede ser vista como similar, tiene subtextos mucho más ricos e historias que se cuentan en paralelo, lo que la hace más completa, más allá que ambos directores, Mendes y Nolan, nos muestren todo el tiempo lo que son capaces de hacer.

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