El presidente

El presidente

Fallida, a veces seria, a veces cómica, pocas veces convincente.


4 Butacas



En esta misma página admiramos cuando, como por ejemplo en The looming tower, la ficción nos mete en un mundo real y nos cuenta cómo se produjo un hecho que por alguna razón captó nuestra atención.

Los casos de los juicios ambientales (hace poco comentamos uno contra Dow protagonizado por Mark Ruffalo) el atentado a las torres y la cadena de errores de las agencias norteamericanas que por burocracia y avaricia no supieron ver lo que se venía a pesar de tener todas las pistas a la mano, o tantos otros, los crash bursátiles, ni hablar de Vietnam.

Esa capacidad de contar admitiendo errores, es siempre parcial, pero siempre se basa en hechos, en relatos de los protagonistas, y sirven para entender y para que no vuelva a suceder.

El caso en el que se basa esta historia es un caso real, la vida de Sergio Jadue, el novato presidente de la Asociación del Fútbol Profesional de Chile, que pasa de ser el presidente de un club del asenso a jugar en las grandes ligas de la organización del fútbol latinoamericano y mundial.

Esa historia de ascenso meteórico y caída estrepitosa, en el medio es atravesada por hechos fuertes, el caso de corrupción de la FIFA y la copa américa que gana Chile en medio del escándalo.

Hay una historia que leímos por el diario, que vimos en los noticieros. Esa historia la creímos porque estaban subyacentes mitos urbanos, de personajes de gran influencia y precedidos de una fabula de mafias y caudillismos.

Pero la historia no avanza con todos esos antecedentes, de manera de ir a los archivos, de buscar los relatos judiciales, de escuchar a los testigos y los protagonistas.

La historia solo se hace eco de los mitos urbanos, o es parecería.

Entonces lo que fuerzan son relaciones inventadas, supuestas, que no siempre son verosímiles.

Una pena, porque los datos existen!

En lugar de trabajar la historia con esos datos, que ya alcanzaban, El presidente se convierte en una sátira, que tiene que recurrir todo el tiempo a la narración en off (nada menos de que Julio Grondona, vivo y como una especie de fantasma absurdo) para ir guiando en el recorrido, de manera de asegurarse todo el tiempo que vamos entendiendo.

Pero es la misma voz en off la que nos dice más de una vez, ojo que todo esto es ficción, es joda, no es tan así, no se lo crean.

Entonces, a medida que transcurre la historias, que los protagonistas van haciendo lo suyo, ya no sabemos si hay algo cierto.

Se recurre a los nombres verdaderos de todos los involucrados, pero también a personajes inexistentes, pero potentes, como la agente del FBI Lisa Harris o el mano derecha de Jadue, Jashir.

Se hace tan confuso todo, que no sabemos quién es de verdad y quién de ficción, qué fue verdad y qué es mentira, y si los hechos sucedieron.

Entonces para qué usar los nombres propios?

Otro desacierto es la música. Alta, demasiado presente en las escenas, variada, como si nos estuvieran vendiendo una banda de sonido con imágenes más que una miniserie.

Una pena, porque los rubros técnicos, el despliegue entre países, la realización, es buena. Es un buen trabajo de Armando Bo nieto, pero sin una guía que lo contenga.

Un acierto es Andrés Parra como Jadue. Parra se había cargado a Pablo Escobar y a Hugo Chávez, es un actor con gran plasticidad.

Pero la historia, quiere ser entretenida, pero se va de rango, quiere ser mordaz, pero se convierte en una caricatura, inventa cosas para forzarlas en la historia, y termina por confundir la historia real.

Es muy fallida, y es una oportunidad perdida.

Porque sin recurrir a esas exageraciones, hubiera sido una gran historia con un final todavía abierto. 

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