La isla de las tormentas (1981)

La isla de las tormentas (1981)

El repaso en cuarentena de aquellas películas que nos emocionaron, nos llamaron la atención, nos dejaron algún tipo de marcas, es una moda en las redes sociales y le motivó a Bandini a buscar y ver algunas de esas películas de nuevo.


6 Butacas



Fue ese mismo año de su estreno que vi, seguro acompañando a alguna otra taquillera en los días de funciones dobles en el cine, una película que me dejó una sensación (y algunas imágenes sueltas) de sorpresa y desagrado por la traición.

En 1981 tenía 15 años, y un fotograma en especial, el de Donald Sutherland bajando escaleras herido, me vino siempre a la memoria aunque sin mucho más detalle.

La isla de las tormentas, o Eye of the Needle (el ojo de la aguja) según su versión original, es una película basada en una novela de Ken Follet sobre la vida de un agente nazi en Londres.

Despiadado, refinado, complejo, es un agente muy respetado por los alemanes que hace años vive metido en la vida inglesa de manera desapercibida y normal.

Hasta que unos acontecimientos se precipitan y debe movilizarse para conseguir una fotografías exclusivas para Hitler en persona.

Tenía que ver nada menos con anticipar el lugar del desembarco (Normandía) y desmantelar las historias de distracción que estaban en marcha.

Debe moverse, debe ver agentes encubiertos, y ese movimiento lo pone en peligro permanente.

En uno de esos movimientos, tiene que echarse al agua con un barco muy endeble y ser rescatado por un submarino alemán.

Pero una tormenta desbarata los planes y su barco se parte en unas rocas.

Es rescatado entonces en una isla en la que viven muy pocas personas, en la que hay un faro.

Esa isla se llama de las tormentas, por la cantidad y ferocidad de días de lluvia y viento, y allí se instala en una situación muy especial.

Allí viven recluidos el encargado del faro y un piloto de la RAF que perdió sus piernas en un accidente de auto, con su esposa e hijo.

Llegará para instalarse, al poco tiempo con su seducción y su aparente bondad se gana el corazón de la esposa atormentada por la vida de reclusión a la que la somete su marido, y entre ellos nacerá una pasión.

Imágenes osadas para la época, no recuerdo si las vi en el estreno en una Buenos Aires todavía con censura fuerte en la pantalla, inician un romance.

Pero a los pocos días, toda esa bondad desaparece y el agente despiadado, el que prefería matar con su cuchilla y ver a los ojos a sus víctimas, vuelve con todo.

Se carga al encargado del faro para poder transmitir en su radio al submarino que rodeaba la isla, se carga al marido y lleva adelante su plan hasta que un error, un descuido, desarma su estrategia y su fachada.

A partir de ese momento, y por los últimos 15 o 20 minutos, todo es tensión entre ellos (y el hijito de la pareja).

Al final, en un guión excepcional, se miran a los ojos y a punto de dispararse uno al otro el le dice, "la guerra se reduce a nosotros dos..."

La trama está contada de manera impecable, el director Richard Marquand, que fue director también de la muy taquillera "Al filo de la sospecha" y un episodio de "La guerra de las galaxias" interpreta muy bien la novela de Follet, recrea el ambiente británico de la guerra, no solo como afecta a Londres, sino al campo y a las costumbres, y dirige escenas de muy buena factura que han resistido el paso de los años en términos de suspenso y la comunicación de estados de ánimo.

Una joyita en su tiempo y un clásico olvidado.

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