La vida padre

La vida padre

Cosas que nos gustan de la importante producción española, que se animan a todos los géneros, es decir, se han hecho especialistas en variar, y que son capaces de mostrarnos su País a partir de estas ficciones.



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En La vida padre nos vamos a Bilbao, pero no como en otras ocasiones para hablar de ETA y esos dramas, nos vamos a la Bilbao cosmopolita, la que vibra por las noches y que vive una vida de modernidad mezclada con tradiciones.

Ahí vive Mikel, que es un chef exquisito, a la puerta de alcanzar la tercera estrella Michelin con su restaurante, el Ataria, una tradicional esquina del centro de la ciudad.

Mikel es un flaco entrador, un poco esnob desde que está en la tapa de todas las revistas de cocina y todos se fijan en él, soltero, vive para sus platos y el local del que viven también su madre y hermano.

La vida transcurre y todo va normal, con los apuros y las semanas llenas de eventos, hasta que se cruza con una aparición, un hombre se cruza en su camino que se parece mucho a su padre, que se suicidó arrojándose a una ría hace 30 años!

Es una comedia clásica, que tiene que recurrir a los flashbacks para que nos enteremos que el papá de Mikel es en realidad el cocinero a partir de quién se enamoró de la cocina, que un día recibió en el local (que siemrpe estaba lleno) a los jugadores del Athletic y al mismísimo Rey de España, y que por hace una broma, el hermano de Mikel puso en las sopas una ranas que habían capturado a la mañana.

El restaurante cerró, el cocinero se desprestigió y fue preso por unas horas, y decidió matarse.

Pero no lo hizo, lo salvaron, perdió la memoria y la compostura y se dedicó a vagar por el mundo, de pura juerga.

Al volver nada encaja, no reconocerá a nadie, y solo se sentirá a gusto en esa cocina, a la que volverá en la noche más importante de su hijo, la noche en la que gracias a la sopa de erizos (que solo su padre sabe hacer) conseguirá esa estrella Michelin y la misma noche en la cual, nuevamente, sus Majestades cenarán en el Ataria.

Es emotiva, está bien actuada con gente que sabe del oficio, se lleva el absurdo y la comedia física a buenos extremos, y cuenta con la belleza de Megan Montaner, a quién vimos en tantas producciones, para darle un toque de reomanticismo a la vida del sufrido hijo.

Bien por los espapoles que no defraudan


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