Trapped (segunda temporada)
Trapped (segunda temporada)
Si la primera temporada, además de dejarnos fríos, nos mostró a unos personajes en situaciones límite, en esa se suman temas familiares complejos y un entramado industrial y político, que suma atractivo e intriga.
7 Butacas
Volvemos a verlo a Andri Ólafsson, el entrañable oso polar que compone Ólafur Darri Ólafsson, ese actor enorme y dúctil que es el policía que mejor investiga en la zona.
Su caso anterior le valió un traslado a la capital, pero esa tranquilidad se verá alterada por un caso de alto impacto y trascendencia mediática: Una mañana, a la puerta del ministerio de industria, un hombre baja de su camioneta, encara a la ministra, la abraza y se prende fuego con ella.
Un shock inesperado, en medio de una calle que se queda atónita ante el espectáculo.
El hombre muere en el acto, la ministra se salva, pero ahí es el comienzo de todo.
Como el atacante es del pueblo de Andri, lo trasladarán para que investigue.
Su hija mayor, enemistada con su madre y su padre, está quedándose en el pueblo en casa de una tía.
Andri tiene dos motivos para viajar.
Al llegar, todo se revoluciona.
Volverá a tomar el comando de la delegación (que comandó en la primera gran temporada) y volveremos a ver a a sus colaboradores más cercanos, Hinrika y Ásgeir, y un clima de trabajo que ya conocemos.
El escenario no puede estar más complicado, una fábrica de aluminio se instaló en una zona natural cercana al pueblo, los vecinos protestan por el impacto ambiental, toda la comunidad está movilizada. El que intentó prender fuego a la ministra (que es la que autorizó la planta) resultó ser su propio hermano.
Todo cruzado y todo muy complicado.
Un gran libro y una muy buena puesta, para 10 capítulos que brindan cada uno un ángulo, un personaje, una historia que seguir.
El ritmo es buenísimo, los paisajes ayudan a la opresión y a la incomodidad que ofrece la historia, y las actuaciones están soberbias.
En el desarrollo de las historias de cada uno de los personajes y los climas que crean, hay un alto nivel interpretativo.
Una familia tradicional de la zona se pone en el centro de la trama. Sus secretos, sus traiciones, sus momentos buenos y los otros, son el principal motor de esta trama que debe descubrir Andri.
Un desafío enorme.
No hay golpes bajos, no hay distracciones, no hay historias ociosas, todo tiene su porqué y tiene su impacto a futuro.
Es una muy buena serie.
El final, que no esperamos, se presenta de tal manera y con tanta lógica, que nos deja conformes que no nos engañaron.
Si la primera temporada, además de dejarnos fríos, nos mostró a unos personajes en situaciones límite, en esa se suman temas familiares complejos y un entramado industrial y político, que suma atractivo e intriga.
7 Butacas
Volvemos a verlo a Andri Ólafsson, el entrañable oso polar que compone Ólafur Darri Ólafsson, ese actor enorme y dúctil que es el policía que mejor investiga en la zona.
Su caso anterior le valió un traslado a la capital, pero esa tranquilidad se verá alterada por un caso de alto impacto y trascendencia mediática: Una mañana, a la puerta del ministerio de industria, un hombre baja de su camioneta, encara a la ministra, la abraza y se prende fuego con ella.
Un shock inesperado, en medio de una calle que se queda atónita ante el espectáculo.
El hombre muere en el acto, la ministra se salva, pero ahí es el comienzo de todo.
Como el atacante es del pueblo de Andri, lo trasladarán para que investigue.
Su hija mayor, enemistada con su madre y su padre, está quedándose en el pueblo en casa de una tía.
Andri tiene dos motivos para viajar.
Al llegar, todo se revoluciona.
Volverá a tomar el comando de la delegación (que comandó en la primera gran temporada) y volveremos a ver a a sus colaboradores más cercanos, Hinrika y Ásgeir, y un clima de trabajo que ya conocemos.
El escenario no puede estar más complicado, una fábrica de aluminio se instaló en una zona natural cercana al pueblo, los vecinos protestan por el impacto ambiental, toda la comunidad está movilizada. El que intentó prender fuego a la ministra (que es la que autorizó la planta) resultó ser su propio hermano.
Todo cruzado y todo muy complicado.
Un gran libro y una muy buena puesta, para 10 capítulos que brindan cada uno un ángulo, un personaje, una historia que seguir.
El ritmo es buenísimo, los paisajes ayudan a la opresión y a la incomodidad que ofrece la historia, y las actuaciones están soberbias.
En el desarrollo de las historias de cada uno de los personajes y los climas que crean, hay un alto nivel interpretativo.
Una familia tradicional de la zona se pone en el centro de la trama. Sus secretos, sus traiciones, sus momentos buenos y los otros, son el principal motor de esta trama que debe descubrir Andri.
Un desafío enorme.
No hay golpes bajos, no hay distracciones, no hay historias ociosas, todo tiene su porqué y tiene su impacto a futuro.
Es una muy buena serie.
El final, que no esperamos, se presenta de tal manera y con tanta lógica, que nos deja conformes que no nos engañaron.
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