Borgen 4

Borgen 4

A casi 10 años de la temporada 3 vuelve Birgitte, la primera ministra danesa con la que aprendimos cómo es eso del gobierno parlamentario, y cómo es eso de las coaliciones para gobernar.


7 Butacas



Las tres temporadas iniciales fueron de culto, copiadas en pendrives y dvds clandestinos, porque no se la podía ver de otra manera. Si bien la producción escandinava tenía en Buenos Aires algunos adeptos, todo lo que consumimos por esos días eran los policiales negros, The Killing por caso, y Borgen se coló en la preferencias a golpe de política, de poder y de mostrarnos un modelo extraño de gobierno.

Se fue haciendo un lugar entre nosotros, nos ayudó a entender de alguna manera el estado de bienestar, las preocupaciones de esos gobiernos en los que la economía, el dólar, y las luchas internas no son tema.

Esta política, Birgitte, cabeza de un partido (los Nuevos Demócratas) llegan al gobierno de la mano de un escándalo, el Primer Ministro hizo gastos personales con la tarjeta de crédito del gobierno.

Imaginen eso...

Bueno, se hace un voto de confianza, se llama a elecciones y el parlamento y sus partidos tienen la obligación de formar un nuevo gobierno, un nuevo equilibrio de mayorías y minorías, y a partir de esos equilibrios armar un gabinete que los represente a todos.

Así las primeras tres temporadas (siguen siendo recomendables a pesar de los años que transcurrieron) van a navegar en esas aguas, esas negociaciones, la ética de las convicciones y la ética de las responsabilidades, y además nos va a mostrar el costado personal que se deteriora cuando un político entra en esas ligas.

El matrimonio que se desgasta, los chicos que ven poco a su madre, y los amigos que empiezan a alejarse.

También los mentores, los que agazapados intentan siempre quedarse con el poder, cómo se los neutraliza y cómo se negocia todo.

La prensa en esas tres temporadas tiene un rol fundamental, solo que será la prensa tradicional, las operaciones, los embates, las investigaciones.

Casi 10 años después el foco es otro, es Netflix ahora, y es la misma Birgitte pero más grande, madura, con menopausia y más sola. Su ex marido tiene otra pareja más joven y va a ser papá nuevamente, una hija vive en Estados Unidos y un hijo todavía está con ella pero ya con sus convicciones y su incipiente vida política.

Ella tiene todo el tiempo para hacer lo que más le gusta, política a tiempo completo. No hay hobbies, no hay pasatiempos, no hay familia.

Su partido forma parte otra vez de la coalición de gobierno, y ella será la Canciller en esta etapa.

Entonces la veremos acomodarse a no ser Primera Ministra, manejar temas sensibles, manejar su relación con la Primera Ministra electa, manejarse con sus subordinados, y sobre todo con las nuevas tecnologías, las fake news y las redes sociales.

El personaje creció, el personaje es siempre central y no digiere del todo bien el nuevo rol, el personaje está más solo, como un Hamlet en sombras.

Es buena esta temporada, es el ocaso de una política y es la resistencia a ese ocaso, son las cosas que hay que resignar y los límites que hay que cruzar, la exposición pública de la vida privada (es un gran episodio con un tema que ocurre con el hijo) y la soledad al llegar a la casa.

La actriz Sidse Babett Knudsen está soberbia en esta vuelta, como lo estuvo en las primeras tres temporadas, el tema es que pasó mucho tiempo y nos olvidamos de cosas, que vuelven como si se tratara de un viejo amigo, sin necesidad de forzar nada.

Ella estará en medio de un torbellino, la explotación de petróleo en Groenladia (protectorado de Dinamarca) terreno en disputa de Norteamericanos, Chinos, Rusos, que además pone arriba de la mesa uno de los grandes temas de la agenda mundial, la geopolítica y el cambio climático.

Otra vez, para todos los gustos y muy bien resuelta.

A pesar que en esta vuelta se nota la mano de Netflix en algunos detalles que quizá la hagan menos auténtica, es una excelente vuelta.

Comentarios

Entradas populares