Sin límites
Sin límites
A 500 años de la mayor hazaña marítima de la humanidad, la vuelta al mundo de Magallanes, los españoles hacen su visión de la historia.
5 Butacas
Hace unos años la maquinaria de producción española sorprendió con una serie de miniseries históricas de buena factura y de gran despliegue de producción y belleza.
Fueron Isabel, sobre la vida de los reyes católicos, y sus derivadas, La Corona partida (Juana la loca) y el Rey Emperador sobre la vida de Carlos I.
Vistas desde estas latitudes, sin el rigor histórico ni el seguro debate interno sobre la historia propia, fueron producciones interesantes, atrapantes y de buena factura.
Sin límites se aleja un poco de esas, quizá por el involucramiento de Amazon en el proceso, porque los créditos principales desde el punto de vista de la realización no son españoles, y porque viene ya envuelta en alguna polémica revisionista, este nuevo producto histórico quizá no está tan a la altura.
Hay que decir algo, está casi toda filmada en las cubiertas de los barcos, y entonces todo lo que está alrededor es croma, es mentira, se simula.
Esto tiene una buena y una mala noticia, lo técnico funciona, pero a un costo, las imágenes se hacen algo menos creíble.
La historia arranca con un Fernando de Magallanes entusiasmado con sus planos y sus proyecciones, es un navegante avezado y está convencido que hay un lugar por el que los dos grandes mares se comunican, y quiere encontrarlo.
Es portugués, y su rey, en permanente lucha con los españoles, no lo acompaña en esta aventura, que supone que será muy cara y poco productiva.
Son tiempos de especias. Los europeos encontraron el sabor, sobre todo con las especias que vienen de Asia, y encontrar nuevas rutas para la pimienta, el clavo de olor, el almizcle, es más prometedor que encontrar más oro o plata (la Conquista ya había sucedido).
Sin el apoyo de su soberano irá a por la tutela del Rey Carlos I, el nieto de Fernando y de Isabel, que siendo joven se convierte en el primer emperador.
España con poderío absoluto de los mares, en lucha permanente con portugueses, franceses e ingleses, de alguna manera le cree a este navegante aún y a pesar de haber traicionado a su propio rey.
5 barcos salen de Sevilla, con 239 marineros en 1519, entre ellos el experimentado Sebastián Elcano y su gente.
Llegarán solo un barco deshecho y 18 tripulantes.
En medio, tres años de empecinamiento, de hambre, de peleas internas y de ataques de portugueses y de indios, de inclemencias climáticas, de hambre y de enfermedades.
Fueron con la meta de encontrar ese pase, ese estrecho, Magallanes por la gloria y la historia, el resto por las riquezas que se suponía encontrarían en las islas de las especias.
Esa es la historia, está en los libros.
El tema es la realización.
Hay algo de poco creíble en la realización, algo plástico, como que no nos terminamos de creer los peligros, los acechos, los problemas.
Semejante travesía, que terminó por demostrar que la tierra es redonda ya que literalmente dio la vuelta al mundo, merecía otro tratamiento, más épico, menos de croma y estudio y de ropas convenientemente ensuciadas.
Rodrigo Santoro (de 300) y Álvaro Morte (el profesor de La Casa de Papel) son Magallanes y Elcano, y lo hacen correctamente, sin darle profundidad a sus personajes, no porque no puedan hacerlo, es un tema de dirección. Dicho sea de paso, Simon West es el director, es un tipo probado en Hollywood, inglés y bueno técnicamente, pero quizá esta historia necesitaba un buen director español, que los hay muy buenos
Son producciones importantes, complejas, que requieren mucho despliegue y no siempre se deja conforme a todos.
También es para pensar con algo de envidia, nosotros tenemos poco ejercicio en revisar nuestra historia. A los intentos de los 70 con los guiones de Torre Nilson, el Santo de la espada y alguna más, no siguieron otros intentos.
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