La ira de Dios

La ira de Dios

Un gran escritor, un buen libro, un director profesional y un elenco probado no siempre logran una buena película.



4 Butacas




Netflix está produciendo en todo el mundo contenidos para su plataforma global, y va buscando localías híbridas, historias que sean de alguna manera representativas de un País, de una cultura, pero mezcladas con imágenes y con argumentos clásicos, que puedan prescindir de esas localías para ser universales.

El experimento es fallido.

Las historias que se cuentan parecería que pueden ser ubicadas en cualquier ciudad del mundo, pero en ese caso si así fuera, para qué las filmamos acá? Qué le aporta la ciudad, su gente?

Esta historia está basada en una novela del exquisito Guillermo Martínez, cuyas historias de misterio, de crímenes, de asesinatos con método, son de corte clásico, de Holmes o Poirot, tienen elementos que nos invitan a pensar, a meternos en sus historias desde la psicología de los personajes, desde lo no dicho, y para llevar eso a imágenes no siempre se sale airoso.

La novela es "La muerte lenta de Luciana B." y aunque no la leí (leí otras del autor) estoy seguro que funciona en el papel. Seguro que la trama que plantea, una joven que es amanuense de un escritor famoso y un día es sorprendida con un beso por parte de su jefe, que se va, le hace juicio, no lo cobra, pero igual se obsesiona con las muertes cercanas que comienzan a suceder a su alrededor (se las atribuye todas a su antiguo jefe que precisamente escribe sobre ese tipo de asesinatos sin huellas) en el libro nos va envolviendo de tal manera que nos inquieta mucho más que en la película.

La tres protagonistas son buenos, pero en esta historia se convierten en caricaturas, como si ese tono fuese impuesto por la dirección, como un intento por llevar a la literalidad más explícita lo que se lee en la novela, un exceso de clichés y lugares comunes, que desconciertan más que atraen.

Diego Peretti es el escritor (de nombre ajeno a los locales, se llama Kloster) y lo compone muy parecido (diría que casi igual) al pastor que hizo en El reino, de reciente estreno y cursando la filmación de la segunda temporada. Debería haber espaciado un poco más los papeles, porque si bien es cierto que a veces los roles pueden tener puntos en común, cuando se estrenan con pocos meses de intervalo presenta un problema para el actor. Peretti es bueno, tiene un registro amplio, pero sus últimas tres apariciones se parecen demasiado (El reino, Ecos de un crimen y esta).

Juan Minujín (otro buen actor) hace de un periodista tan caricatura, que por momentos distrae por lo grotesco. Repito, es seguro un tema de dirección, lo quisieron así, barbudo, desprolijo, fumador, bebedor, nocturno, todo el catálogo del periodista setentoso de la redacción de un diario no tan grande. De manual.

Y Macarena Achaga (Luciana) que viene de hacer de la hija de Luis Miguel en la exitosa serie del año pasado, acá adopta un tono que no termina de convencernos, entre torturada psicológicamente, desesperada por convencer a otros de que su ex jefe es la mente detrás de las muertes cercanas, pero sin convencernos del todo de sus desesperación, hablando a veces en un susurro que nos exaspera.

Y si esto no funciona, si la dirección de actores los hace ir al límite del grotesco o del estereotipo, estamos fritos, porque la historia requiere de buenas interpretaciones para que nos enganche.

Esperamos una vuelta de rosca al final, que no llega, lo que parecía ser, será, lo que pensamos que es un truco para sorprendernos al final, no llega nunca, no es, y entonces la película funciona los primeros 20 o 30 minutos, después comienza una pérdida de interés narrativo que sigue así hasta el final, de tan poco sorpresivo, aburrido y de tan esperado, decepcionante. 

No funciona ni en el suspenso ni en la historia, tiene algunos minutos de tensión interesante al comienzo, que se diluyen con el correr de los minutos, eso si, con gran producción de nivel internacional.

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