Glass onion

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Secuela con ganas de franquicia, detective personaje (nada menos que Bond) y demasiado texto.


4 Butacas



Si en Knives Out, la primera de la serie, el director y guionista Rian Johnson nos pone a trabajar la mente en otro ámbito, en una excéntrica isla griega a la que llegarán invitados una vez que hayan podido descrifrar la invitación que se hizo llegar minuciosa y puntualmente a cada uno.

Son los invitados (amigos de la adolescencia que cada uno hizo un camino) de un millonario (pillo) compuesto por el insípido y complicado Edward Norton, cuya monotonía al hacer sus párrafos es exasperante.

Todos sus invitados, y acá está lo mejor de la película, son personajes interesantes, que no sabemos muy bien cómo van a interactuar con el millonario.

También está entre los invitados el célebre detective Benoit Blanc, el personaje de Daniel Craig a quién le queda muy bien hacerse el débil, el tono, que tiene una mente sagaz y sabe ver abajo del agua (en este caso casi literal).

La película tiene unos subtextos que se están usando bastante en las producciones de estos días, podría ser un efecto post pandemia, porque hay reflexiones sobre la riqueza excesiva y lo vacío de algunas relaciones y vidas.

Pero son reflexiones superficiales y tiradas de los pelos.

Una de las invitadas es un personaje que es quién levantó ese impero con Norton, pero que fue dejada afuera del negocio de manera maliciosa, en esa isla, todos juntos presagian algo malo.

Blanc es una especie de Poirot moderno, pero sin su aire de inteligencia y superioridad, es más bien un Poiron apocado, y le va bien a Craig después de las piñas y los saltos desde los helicópteros.

La puesta es lo mejor del film, grandilocuente y minimalista a la vez, todo está medido y a la vez ofrece desbordes, pero no nos alcanza, el contenido de la trama policial es vacío y requiere de largos parlamentos de los actores como para que la trama avance, lo que lo hace insoportable, aunque esos parlamentos están acompañados de imagenes bellas.

La película es peor que su antecesora, aunque definitivamente más expansiva y pretenciosa.

La primera en ese sentido trabajaba muy bien lo que supuestamente queremos ver en "una de detectives", el suspenso y la doble cara de los personajes.

Nada por aquí, nada por allá. Brillosa, brillante como el cristal, pero aburrida.

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