Slow horses (season 2)

Slow horses (season 2)

La voz cansina de Jagger nos mete de manera inmediata en el corazón de esta serie que sigue y sigue (tiene varias temporadas previstas) cada vez más metida en el ambiente de los indeseables, los fuera de libro, los indeseables del sistema, que resultan ser los verdaderos héroes (anónimos).


8 Butacas



Ya sabemos cómo funcionan las cosas, los vimos en la primera temporada, Gary Oldman (gordo, sucio, desagradable, pedorro) es el jefe de un grupo de desechados del MI6, la agencia de inteligencia externa de UK.

A su oficina van a parar los que no sirven, o están castigados por alguna macana de esas que son complejas, porque implican siempre temas de seguridad, de debilidad del País frente a las amenazas, etc. 

Ya los conocemos, son los mismos de la primera temporada, más alguno nuevo que caba de llegar por alguna cagada colosal, y alguno que está de baja de la primera.

Pero ahí están todos diletantes, matando el tiempo en tareas que nadie acepta y revolviendo basura de objetivos para encontrar nada importante.

No pueden ni siquiera tener acceso al edificio principal de la agencia, con la que mantienen un único nexo, el que une a la número 2 del servicio (la siempre buena Kristin Scott Thomas) y Oldman, que obviamente se conocen desde siempre.

Esta vez el nudo central será más simple que en la primera temporada, unos rusos con malas intenciones, malísimas, y la política y la política exterior involucradas hasta la médula.

Y de esas tareas marginales que les encargan, una punta se irá convirtiendo en la clave para frenar un golpe de gran dimensión, con peligro de atentado contra un edificio emblemático del centro de Londres el día de una manifestación numerosa en las calles.

Gary Oldman tiene más participación, de alguna manera no será en esta temporada solo el salvaje hosco de la primera, sino que se involucrará mucho más, porque el desencadenante de esta historia es la muerte de un viejo agente que el conoce de sus tiempos de actividad en el edificio central, tiempos de guerra fría, lo que lo llevará a meterse de lleno y avivar todos sus recuerdos.

Los gratos y los no tanto.

Y teniendo a Oldman bien activo la serie gana en muchos aspectos, pero sobre todo en el de verlo en todo su potencial interpretativo.

Es un verdadero placer lo que hace con este personaje.

La trama es sencilla, pero a la vez ofrece las cuotas justas de intriga y de giros inesperados como para mantenernos bien atentos además de disfrutar de la disfuncionalidad de los personajes.

Mick Herron es el autor de los libros, que fueron bien recibidos como literatura, con una trama de espionaje y acción muy bien hilvanada a partir de historias de perdedores, que resultan ser héroes siempre.

Es una serie distinta, con una temática que nos es familiar pero vista desde la óptica de los deshechados, los marginales del sistema, lo que la hace muy atractiva.

 

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