The patient

The patient

Una asfixiante propuesta de tensión psicológica insportable, en la que sentimos que en cualquier momento la pantalla puede explotar.


7 Butacas



Steve Carell es el psicólogo y Domhnall Gleeson (hijo de Brendan) es el paciente.

Ambos son actores que reconocemos más en la comedia que en los dramas, pero sabemos que ambos pueden hacerlo, lo que no sabíamos era que podían hacerlo tan bien.

El analista es un tipo calmo, exitoso, autor de libros y bien reputado. Acaba de perder a su esposa y se está acomodando a vivir, a seguir su vida, con es ausencia. Tiene dos hijos, una mujer y un hombre, ambos con sus familias, y un alejamiento con el hijo varón, son judíos, y este decidió ser ortodoxo, decisión a partir de la cual se alejó de sus padres.

Gleeson es un tipo que parece normal, que llega al consultorio pidiendo ayuda, a poco que comienza con la terapia le cuenta que tiene una compulsión de asesinar, y que necesita ayuda para frenar esos impulsos.

Que no se quedan en impulsos, ha matado y mucho.

Como el modelo de terapia no camina con la velocidad que el paciente espera, decide que lo mejor es que sea cosa de todo el tiempo, entonces secuestra a su terapeuta, lo encadena al piso de su casa y lo deja ahí encerrado para que esté disponible cuando el lo necesite.

Este es el planteo.

Original y muy jugado, ya que nos anticipa que vamos a presenciar escenas largas de ellos dos, tensión y cosas no dichas, que afloran todo el tiempo y que van a hacer que la tensión se haga insoportable.

Intentarán en esas sesiones ir al fondo de esa pulsión, aparecerán personajes secundarios importantes, como la madre (que vive en esa misma casa y conoce la situación y la naturaliza) y el padre de Gleeson, y los recuerdos a partir de los cuales el personaje de Carell reflexiona sobre su vida.

Tiene tiempo, esos baches entre que el paciente sale a trabajar a la mañana y vuelve a la noche, a veces calmo, a veces excitado porque volvió a matar, a veces risueño, a veces dispuesto a la terapia y otras no.

La tensión entre ellos, las claves del desarrollo de esa terapia que parece que avanza pero no lo hace, los desenlaces que están siempre por estallar, hacen que cada capítulo (corto) se transforme en una sesión exasperante para el que está mirando.

Las claves son dos, buen guión y dos interpretaciones de gran volumen.

Lo bueno es estar siempre con el corazón en la boca, no sabemos de verdad con qué vendrá el asesino de la calle y tampoco sospechamos lo que sucederá en cada encuentro en esa habitación cerrada.


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