Still (la vida de Michael J Fox)

Still (la vida de Michael J Fox)

Desde el título bien elegido (se puede jugar con dos sentidos del mismo vocablo, quieto y todavía) una semblanza tierna y a la vez nada complaciente de Michael J Fox, ese adolescente eterno ícono de los años 80. Es de Amazon


8 Butacas



Uno de esos rostros sin tiempo, una cara y una personalidad siempre joven, que no queremos que envejezca, un adulto ahora atrapado todavía en una apariencia juvenil, pero preso de una enfermedad degenerativa que hizo que todo cambie.

Lo interesante de esta documental es que hay imágenes de archivo (que son muy buenas, por lo inéditas de algunas y por lo frescas) hay una muy medida recreación de momentos (con un actor que es solo una sombra, un físico de espaldas) y un buen balance de voz en off que es a veces interrumpida por el mismísimo MJF en fragmentos de una larga y cruda entrevista.

Vimos casi todo lo que hizo, por supuesto las tres Volver al Futuro (a la que llegó algo casualmente, había sido comenzada a rodar con otro actor, hasta que Spielberg lo fue a buscar) y sus series.

Sus movimientos siempre eléctricos, siempre corriendo, su sonrisa atrapante, su desfachatez, su picardía.

En todos esos papeles que le vimos hacer, siempre parecía más joven, parecía que el tiempo era un espacio que había domado, que no pasaba para él como pasaba para nosotros.

Y estaba bien así.

Pero un día leímos y vimos en otro tipo de contenidos, noticieros, revistas, que el foco no era un nuevo personaje sino una enfermedad o condición, nada menos que el Parkinson, que se presentó en su caso siendo muy joven.

Entonces el documental pega un volantazo, ya no es la carrera, no es cómo llegó desde Canadá en un auto con su padre para probarse en los castings de Hollywood, ya no son sus comienzos ni sus miedos ni sus emociones, ahora es otra cosa.

Una noche vuelve de una fiesta, se acuesta tarde, y al despertar siente que un dedo de su mano tiene movimientos que él no ordena. Algo anda mal.

Lo estudia, lo diagnostican, y ahí comienza otra vida.

Solo lo comparte con su esposa (de toda la vida y a la que conoció compartiendo una serie) y no más.

Hace lo imposible para que no se le note en las grabaciones, se esfuerza, hasta que no puede más y lo cuenta, y otra vez todo cambia.

Lo vemos ahora.

Sus movimientos son muy difíciles, tiene ayuda, obvio, los kinesiologos, los entrenadores. Y una fuerza de voluntad increíble. 

Lo vemos caer en la calle, en la casa (se cae mucho) y volver a levantarse, lo vemos medicándose, hablando de lo que significa vivir con Parkinson, hablando de cómo aprendió a convivir con eso, cómo cambió su vida, cómo lo sobrellevó la familia (tiene 3 hijos grandes ya) y su esposa.

Un retrato de un actor al que vimos mucho, con un futuro enorme, que fue quizá el más taquillero de su generación, que nos dejó algunas cosas inolvidables, verdaderos íconos de la cultura de los años 80, y al que perdimos de vista por un tiempo, que es capaz de tomarse el pelo a sí mismo, de hacer bromas con su enfermedad, de levantarse cada vez que se levanta.

De alzar su voz en el Congreso para pedir fondos para el estudio del problema, de ser activista, de ser protagonista de una historia de vida mucho más rica que su carrera en el espectáculo.

La documental es desgarradora pero no apela a golpes bajos, queda claro que MJF no lo aceptaría así.

Es interesante verlo ahora, cómo lucha cada día por seguir moviendo sus músculos, por no dejarse abatir, por no caer, y resignificar su carrera, sus logros, su familia.

Es muy interesante la manera en la que está contada, y sobre todo conmovedora sin golpes bajos.

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