Prisioner's doughter

Prisioner's doughter

Un peleador callejero, un perro, que por tener buenos puños se ganó la vida en los márgenes, un pendenciero de vieja escuela es el personaje que compone Brian Cox, que sale de la cárcel antes de tiempo y vuelve a su hija a quien casi no conoce.


5 Butacas




Es una historia muy sencilla, de esas que pueden contarse sin temor a olvidarse de nada, y es lo bueno que tiene esta historia.

El viejo matón ya no quiere saber nada con nada turbio, se pasó demasiados años encerrado, en la cárcel ya no bebe, y se convirtió en el tipo que no quiere problemas, y al que recurren otros presos para consejo y amistad.

Está enfermo, está grande, y el director de la prisión le concede que esos últimos días (pueden ser semanas pero seguro que no muchos meses) lo pase en otro lado, con tobillera electrónica pero con su familia.

El problema es que no tiene familia a la que recurrir. Está su hija, un personaje bien a la medida de Kate Beckinsale (una belleza que no se oxida) pero a fuerza de casi no verlo, de no recordar momentos con él desde que era una niña, no quiere saber nada con esa posibilidad.

Pero la historia se acomoda, ella necesita dinero porque no la pega en sus trabajos, tiene un hijo adolescente con problemas de salud aunque demasiado inteligente, y un ex marido adicto y músico y un desastre violento y complicado.

Vení, le dice, no le vamos a decir nada a mi hijo, y vas a tener que pagarte por lo que uses, y me das una mano.

Pero eso sabemos que no funciona así, y que el hijo se da cuenta que ese es su abuelo, y que a poco que están juntos la relación padre hija se empieza a acomodar.

Por primera vez en mucho tiempo no tiene que correr porque le falte dinero, hay alguien en la casa para cuidar de su hijo cuando sale de la escuela y tiene algo parecido a un hogar.

Solo faltaría resolver el problema mayor, ese ex esposo que es un desastre, a eso también la va a ayudar su padre, en una vuelta de tuerca a la historia que la hace terminar de una manera esperada pero no querida.

Un clásico ejemplo de cine norteamericano, que apela a determinadas emociones buscando empatía, tiene una historia detrás que se cuenta sola y recurre a actuaciones correctas.


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