La zona de interés

El director, Johnatan Glazer, filma y propone estados de ánimo, incomodidades desde su primera película, la increíble Sexy beast. 


9 Butacas



Ahora toma un libro de Martin Amis y lo transforma en un relato incómodo y brutal, utilizando todo lo que un buen director tiene que utilizar, el sonido, las imágenes que sugieren a partir de primeros planos muy poderosos, el color casi de documental de época, y sobre todo esos ruidos permanentes que nos conmueven todo el tiempo mientras los protagonistas viven una vida familiar como la de cualquier otro.

La historia podríamos decir que es la de la familia Hoss, Rudolf Hoss y su esposa e hijos. El tiene un trabajo, es el comandante de un campo de concentración nazi, no cualquiera, es Auschwitz.

Es cierto, vimos tantas películas que intentan mostrarnos, que compartamos, que se nos rompa el corazón ante la barbarie, ante la locura (La lista Schindler, el pianista), que nos ayudaron a entender a comprender la historia de la locura, pero esta vez el planteo es totalmente distinto.

Si siempre vimos esas imágenes desde adentro del campo de exterminio, ahora la cámara se va a fijar detrás de ese muro que marca el límite, qué es lo que pasa afuera de ese espacio de terror y masacre.

Y es ahí, pegada al muro, que está la casa de Hoss el comandante y su familia.

Viven una vida alejada de todo, aunque estén pegados, los hijos van al colegio, el papá les lee cuentos antes de dormir, con el mayo salen a andar a caballo por el campo.

La mujer, la misma actriz que vimos y admiramos en Anatomía de una caída, es una serpiente despiadada, que sabe todo, que oculta todo, que se favorece del trabajo del marido, que le trae pieles costosas, maquillaje y joyas requisados en los ingresos al campo, como si fuera un despachante de aduanas que se queda con algo al final de una larga jornada.

Todo está ahí, no lo vemos, pero por la buena mano del director podemos oirlo, esos ruidos permanentes, tiros de la nada, gritos desgarradores, que están como una música de fondo en medio de un cumpleaños o una reunión familiar.

El otro aspecto increíble son las cenizas, las que salen de las chimeneas que vemos como fondo humear todo el tiempo, el trabajo de Hoss es de gran eficiencia, y lo penetran todo.

En el río de repente, lo que hace que los chicos que estaban nadando deban ser sacados y lavados con agua hirviendo, las que vienen en las botas del comandante, que se saca meticulosamente antes de entrar a la casa y siempre hay un prisionero cerca para limpiarlas y dejarlas relucientes, o las que usan para abonar los canteros de la señora Hoss siempre perfectos.

No hay manera de ser indiferentes a esta película.

Es brutal, desconcertante, horrible.

Hoss es un burócrata, piensa en su ascenso en el partido, recibe ingenieros que le proponen un sistema para que los hornos sean más eeficientes y puedan procesar más y más exterminio, examina planos, los piensa.

Todo es horrible pero sugerido de una manera que lo hace distinto a lo que vimos, nunca nos imaginamos esas vidas detrás de esos quehaceres asesinos.

Los chicos juegan con sus linternas en el cuarto, pero no juegan cartas, no pintan, juegan con dientes de oro que su padre trajo. También tiene en su escritorio dinero, papel moneda de distintas denominaciones, que separa mientras habla por teléfono con obsesión.

Es tan disonante, que hace que no podamos creer lo que sucede. Cuando la suegra de Hoss los visita para pasar unos días, al principio está feliz por lo bien que vive su hija, su casa amplia, su jardín con pileta, la posición de su marido, pero a poco que pasan las horas, el ruido infernal, las chimeneas, el contraste, hace que reaccione y se escape de la casa de su propia hija.

Hay que verla, es otra mirada sobre una historia que debemos ver desde todos los ángulos posibles, y este es uno muy interesante.

Comentarios

Entradas populares