Wonka

Lo más difícil, para los que disfrutamos tanto la versión de esta historia de Roald Dahl de Tim Burton, es sacarnos de la cabeza aquél guión, aquella manera de contar la historia, el boleto premiado, la visita a la fábrica de Willy, porque esta historia es otra cosa.


6 Butacas



Y es musical, si bien en las versiones anteriores también los números musicales fueron importantes, en esta versión son centrales, quiero decir, es un musical de Broadway filmado.

En esta versión veremos entonces una película mucho más básica, menos compleja que aquella de 2005, en la que nos emocionaremos y reiremos en los momentos precisos, porque todo es un golpe de efecto, todo tiene su poco diálogo, mucha imagen y canciones que nos ponen en el clima justo.

Esta ves Wonka es Timothee Chalamet, bien elegido porque hay una platea joven que lo adora, en esta columna nos parece un actor muy sobrevalorado, que hizo un buen papel en aquella call me by your name y desde ahí no paró de filmar cosas poco trascendentes pero a las órdenes de directores muy importantes.

Los malos, en este esquema de contrastes que tienen que contrastar demasiado, son un triunvirato de hombres de negocios todopoderosos, que controlan la fabricación y distribución de chocolate, mantienen bajo control a la policía corrupta de la ciudad (incluido el jefe de policía adicto al chocolate, interpretado por Keegan Michael Key, de lo mejor) y han logrado que se aprueben leyes que hacen casi imposible que alguien más entre en la negocio.

Contra todo eso, contra todo lo malo, tenrá que luchar Wonka, con el recuerdo de su madre chocolatera (guarda el último chocolate que ella hizo) y la ayuda de otros excluídos como él.

Como buen musical, lo escenográfico, las partituras, el color, el vestuario, la escenografía (que nos sitúa en una ciudad portuaria con aires de Londres o París antiguas) son una piña al mentón, todo es deslumbrante y brillante y está al servicio de la historia.

Hay un clima, un aire de Dickens en esos personajes harapientos, en esos contrastes, esas malas costumbres, esas diferencias entre ricos y pobres muy pobres. Los embaucadores (el papel de Olivia Colman como la dueña del hotel en el que Wonka deberá trabajar para pagar lo que no leyó en la letra chica es extraordinario) y el toque de sutileza de Hugh Grant encarnando al Oompa Loompa exiliado, son extraordinarios.

Todo color, todo despliegue, todo efecto, pero funciona.

Comentarios

Entradas populares