Cónclave
Si sos de los que se sienten atraídos por conocer algo más de ese misterio que es la elección de un Sumo Pontífice, sobre todo después de leer algunas historias relacionadas a la elección de los últimos dos Papas, esta película viene a contarnos (y sobre todo a mostrarnos) detalles definitivos de ese proceso, pura rosca y Espíritu Santo.
La película, que arrastra la parsimonia de lo sagrado, está filmada con una belleza llamativa y a partir de unos diálogos de gran belleza y buena construcción.
Ese rito ancestral, del que conocemos solo detalles, como el color del humo de la chimenea que surge de quemar las papeletas con las que esos Cardenales allí reunidos votan, si es negro anunciando otra ronda y si es blanco porque hay nuevo Papa, se desentraña con una crudeza de extraña belleza.
Ver ese proceso de cerca, como plantea la película, es fascinante.
Es muy provocadora al mostrarnos ese mundo desconocido, porque no ahorra en detalles y mucho menos a la hora de mostrarnos cómo las mezquindades, las dudas con al Fé, las luchas internas, las de los reformistas versus los que no quieren que nada cambie, el dinero, la curia, Roma y sus tradiciones, y las corrientes que llegan con fuerza desde América, África de Oriente.
Es muy interesante ver cómo esos poderes se entrelazan, cómo se van ganando y perdiendo votos, cómo son los esfuerzos de cada uno de los Cardenales para posicionarse o posicionar a algún partidario, y cómo en el momento de votar, se ponen en juego todas esas cuestiones.
La Capilla Sixtina, el "secuestro" de esos hombres dignatarios de la Iglesia, que son despojados de teléfonos y de la luz, para que no puedan tener ningún tipo de contacto con el exterior mientras deliberan, nada puede filtrarse de adentro hacia afuera ni de afuera hacia adentro.
El Cardenal Lawrence (Ralph Fiennes) será el encargado de la organización del Cónclave en su rol de Decano del Colegio Cardenalicio, que será de alguna manera el que, en determinados casos y rompiendo la regla de no enterarse de nada extramuros, al llegarle información por su posición de organizador, irá haciendo reflexionar a los distintos candidatos a partir de datos de afuera que los van dejando mal parados y sobre todo expuestos ante sus pares.
Todo se habla ahí, viejos pecados, cuestiones de dudas sobre la Fe, malversaciones, estrategias, de manera frontal y despiadada.
El reparto incluye a John Lithgow, en el papel de un candidato cuya búsqueda de apoyo navega entre lo indecoroso y lo poco ético, y a Lucian Msamati, en el papel de un obispo africano cuya elección podría ser una oportunidad para enviar un mensaje de inclusión, pero que un hecho del pasado, relacionado con un escándalo sexual, lo inhabilita. Lawrence apoya a su amigo el cardenal Bellini (Stanley Tucci, extraordinario y fuera de la cocina!), que es sincero sobre sus opiniones liberales (algo de Francisco quizá).
En el otro extremo del espectro está la versión católica del fuego y el azufre, el cardenal Tedesco (Sergio Castellitto), que quiere recuperar el latín y expulsar de la iglesia a cualquiera que no se ajuste a sus limitadas ideas.
Es muy destacable el tratamiento de los colores y la imagen, los contrastes entre las obras de arte y las joyas de los Cardenales, los colores de los pasillos de los cuartos, la imagen soberbia de los Cardenales llevando paraguas blancos bajo una tormenta tomados desde arriba.
Y el final inesperado, una sorpresa que está bien, porque si bien puede parecer poco creíble, tiene que forzar muchas cosas para que la película no sea una narrativa que se parezca a nada de lo que ha sucedido en las últimas elecciones papales.
Está muy bien, nos hace recordar y repensar imágenes que tenemos seguro en nuestra memoria emotiva y es de alguna manera un House of Cards del Vaticano.
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