Double Indemnity

Double indemnity / Pacto de sangre

Se cumplieron 75 años de su estreno y su potencia, vigencia y calidad están inalterables.
Cuando sin ponernos colorados y entrecerramos los ojos para hacer la lista de las 10 mejores películas de todos los tiempos, si la incluimos no erramos.

10 Butacas



Es que Billy Wilder (que hizo todo, fue todo) tomó un libro muy picante, exitoso pero pornográfico decían por entonces por la desfachatez con la que se tomaba lo que narraba, el estudio le puso a Raymond Chandler (Marlowe estaba dando vueltas) como guionista para adaptarlo, y un elenco inusual para la temática (el galán Fred MacMurray y la rubia Barbara Stanwyck), terminaron haciendo una combinación perfecta. Todos ellos más Edward G Robinson, claro.

Pacto de sangre, como se estrenó en Buenos Aires en Diciembre de 1944, convirtió esa hora y media (perfecta hasta en eso) en un film noire de enorme factura y calidad indeleble.

Un vendedor de seguros (MacMurray, a la vez narrador) muy canchero, entrador y encantador, termina en casa de un acaudalado empresario petrolero para renovar las pólizas de su departamento.

Como no está en casa, es atendido por la esposa (Bárbara S) y el flechazo será inmediato.

Acá vienen las críticas de la época, la desfachatez con la que se refleja el lance del galán, la devolución de ella, y los jugueteos cargados de deseo entre ambos, a primera vista.

A los pocos días todo queda claro, ella ya no aguanta a su marido, que la maltrata, pero como es su segunda mujer (era en rigor de verdad la enfermera de su primera mujer fallecida) no está incluida en la herencia ni en el manejo de los activos del matrimonio, rol que si tiene la hija de su marido.

Con la idea fija de cambiar esa realidad, seduce al vendedor (que se deja seducir y se da cuenta en el acto de la jugada) que la ayudará a planear el crimen perfecto.

La película entra entonces en un torbellino que aún hoy, por la plasticidad y la destreza de Wilder, nos hace ponernos al filo de la butaca.

El plan, la ejecución, y los días posteriores, son de una tensión narrativa perfecta, romántica, erótica y frenética.

Las interpretaciones de los tres, ellos dos en los roles centrales, pero el enorme EG Robinson como el investigador en jefe de fraudes de la compañía de seguros para la que trabaja Mac Murray y contra la cual, con engaños, se asegura la vida del petrolero unos días antes de que sufra un accidente mortal (en un tren, condición para que el valor de la muerte trepe al doble, dinero suficiente para vivir todos cómodamente por muchos años) son la clave, pero el guión, los parlamentos de cada uno de ellos, ya sea en la interacción o en el off que hace MacMurray, son de una factura adelantada para la época.

No habrá piedad para esas almas.

No hay moralina ni perdones.

Es maravillosa. 


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