Key Largo

Key Largo

El locutor cuenta cómo llegar, a través de una larga espiga de asfalto en medio de las aguas (aún hoy es así) a los Cayos en la Florida. Al final de esa larguísima ruta hay un hotel, en el que una noche de tormenta coincidirán John Huston, Lionel Barrymore, Laureen Bacall, Humprhey Bogart y Edward G Robinson. Dejemos que suceda


8 Butacas



Y volvamos a ver un clásico que de tan bien construido, todavía vive de manera saludable.

A pesar de sus 71 años, está joven e inalterable. 

Un soldado, héroe de la guerra, llega a ese confín del mundo para saludar y recordar a un compañero que ha muerto en combate. Habla poco, es hasta parco, no le gustan los elogios, y sabe que está allí porque, de tanto compartir con ese amigo que ha muerto en combate, ha conocido a su padre y a su prometida de manera profunda, y quiere traerles el recuerdo del hijo y el novio, pero a la vez conocerlos y compartir con ellos unos días.

Llega en la previa de una tormenta de las fuertes que suelen asolar la zona.

Pero en el hotel hay unos personajes extraños, que a pesar de la temporada baja, han tomado varias habitaciones por unos días.

Esos personajes se irán mostrando a medida que el relato avanza, como lo que son, criminales, un grupo de seguidores de un hampón poderoso (el colosal EG Robinson) que han elegido ese hotel para hacer un intercambio de dinero falso por dinero, que se hará ni bien pare la tormenta.

Todo se complicará, esa convivencia no puede ser pacífica, y de a poco la violencia se irá apoderando de los personajes, hasta hacerlos ver cada vez más despiadados e inhumanos.

La tensión crece con los truenos y relámpagos, y todo se irá de cauce, hasta producir algunas muertes violentas.

La película es una de las primeras del director, en la que muestra todo su arsenal creativo, y además es de las colaboraciones con la pareja Bogart Bacall, que tan bien se complementaban en pantalla.

Está contada con un clima que va creciendo, que se va complejizando, hasta alcanzar un clímax de violencia contenida por el lado de Bogart y de despliegue de maldad por el lado de Robinson, que son de antología.

Bacall está lejos de sus personajes de mujer fatal, acá es una amorosa hija adoptiva de un Barrymore que alejadísimo de sus personajes de malos y cureles, se pone en la piel de un dueño de hotel que depende de su nuera para sobrevivir al encierro de su silla de ruedas.

La tensión narrativa es lo mejor de la película. Y cuando vemos a escasez de recursos técnicos con los que se filmaba, realza mucho más el trabajo del director y los actores. Quiero decir, hay una tormenta terrible ahí afuera, que genera dramatismo, pero solo la percibimos por un corte de luz y un sacudón de las ventanas!

Todo lo demás es sonido, son gestos en primer plano, son sobresaltos. Es decir, es cine en estado puro. No hacen falta grandes efectos especiales para lograrlo.

Cine en estado puro, y con colosos de la pantalla. Para volver a verla

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