Memory

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Neeson volcó. Lo último, esto y lo que viene es más de lo mismo. Era un actor, ahora es otro, heredero de un espacio que deja Bruce Willis, quizá Nicolas Cage, sus películas de acción en el que es el vengador o el policía bueno que hace cosas no tan buenas, y ese tipo de roles, lo encuentran grande pero en forma.


6 Butacas



Se lo ve más flaco, más pálido, pero por otro lado con el puño intacto y todavía imponiendo su físico. Pero es notorio que quedan pocos años de estos papeles, y hay que sacarle todo el jugo posible.

En esta película, quizá zafe algo por la originalidad del planteo y porque hay un esfuerzo actoral de su parte, será un sicario, un asesino despiadado que está llegando a su final, porque el fantasma del Alzheimer está en su futuro próximo, y eso para un asesino es pésimo.

No puede olvidar, no puede dejar huecos, necesita estar todo el tiempo en control de la situación y las situaciones derivadas de su trabajo (cubrir huellas, llevar evidencias) y no puede tener dudas de si lo hizo o no, con lo cual ya sabe que debe retirarse. 

Pero claro, estos tipos no se jubilan, y los que lo ha contratado saben que son un peligro precisamente por todo lo que saben.

Un caso, que el decide que será el último, le plantea un dilema moral, debe hacerse de unas memorias que contienen películas que nadie debe ver, y debe despachar a alguien.

Cumple la primera parte, pero cuando llega el momento de apretar el gatillo descubre que a quien debe matar es una niña de 13 años y ese es su límite.

La historia entonces debe ser contada y ahí la película tiene que acelerar los tiempos porque lo que está pasando es muy complejo y hay que resolverlo rápido.

Esas fotos tienen que ver con prostitución infantil, con niñas que vienen de México, y cuyas imágenes que nadie debe ver involucran a políticos, policías, empresarios.

Todo ese entramado lo conoce y explota una empresaria de los bienes raíces de esa zona fronteriza y caliente que es El Paso, interpretada por Monica Bellucci, que arma toda una farsa para que pueda zafar su hijo, que está involucrado hasta la médula con este horror.

Neeson cae sin querer en esa trama podrida y sin querer también será un auxiliar despiadado del FBI, haciendo el trabajo sucio para el detective que compone (muy bien) Guy Pearce, que sabe que por los canales adecuados ese caso no llegará jamás a juicio porque los intereses son enormes.

La historia va por ese carril, y Neeson se las arregla para que a pesar de ser un asesino despiadado y frío, nos haga creer que tiene una moral, que no se mete con criaturas y que quiere que los malos de verdad, no importa lo que pesen en la vida social y política, paguen por lo que hacen.

Es decir, está mal pero no tan mal, podría ser una buena síntesis.

Aunque el irlandés que no se reconoce como tal haya entregado ya lo mejor en sus interpretaciones antes de convertirse en un tipo de piñas y pistolas humeantes y se dedique a aceptar guiones olvidables.

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