The northman

The northman

Fábulas nórdicas, historias de reyes y divinidades que no nos son accesibles, oscuridad y una colección de imágenes densas, algo desconcertantes.

5 Butacas

Para entender un poco de dónde viene esta historia tenemos que hacer un repaso por las dos creaciones anteriores del director, Robert Eggers, que son The Witch y el Faro. En ambas lo oscuro, las tradiciones del folclore norteamericano mezcladas con lo satánico y complejo juegan un rol muy importante, pero se explican por si mismas, porque de alguna manera nos instalan en un pasado supersticioso y místico pero de fauna y geografías reconocibles.

En esta película no sucede, todo nos es ajeno, todo nos excede, los dioses son otros, las tradiciones, los climas, los bosques, todo es distinto y nos cuesta desentrañarlo.

Un niño es testigo del asesinato de su padre (Ethan Hawke), es el rey (no sabemos bien que reinado es) a manos de su tío, hermano del padre asesinado. Sucede justo cuando su padre viene de una larga temporada guerreando y se reencuentra con su familia. Allí su madre, la reina, Nicole Kidman, le dice a su esposo que el hijo ya está preparado para aprender lo que necesita para ser rey, por si el en alguna de sus campañas no volviera.

Así es que juntos (padre e hijo) emprenden ese viaje iniciático (que pasa por segmentos sobrenaturales y de invocaciones a dioses desconocidos) hasta que al final de la jornada se produce el asesinato.

Entonces el niño se convertirá en hombre, lejos de su tierra y su familia, y solo pensará en vengarse, en matar a su tío y hacerse con el trono que le pertenece y le fuera arrebatado.

Ese niño se convertirá en un adulto despiadado, en una máquina de matar, en un salvaje indomable (Alexander Skarsgård esculpido) y lo veremos cuando todo su desarrollo ya está consumado, es uno más de una banda de saqueadores salvajes (parecería ser una época de caos) y que solo espera el momento para volver a su tierra y hacer lo que tiene que hacer.

La historia es muy básica, adornada con cuestiones míticas y complejas.

Se escapa de su gente cuando escucha que ese rey (su tío, Claes Bang a quien le vimos un drácula muy interesante) ya no es un rey sino que fue despojado y ahora vive con su esposa (su madre) en una hacienda o algo así, muy rica rodeado de poder y esclavos.

Se las arregla para que lo vendan como esclavo a esa casa y en el viaje conoce a una mujer que lo cautiva con su astucia, una joven de la que se enamorará (o al menos eso parecería, ya que la masculinidad tóxica al extremo del personajes nos hace dudar de esos sentimientos) que compone muy bien Anya Taylor-Joy.

¿Hay cosas de Hamlet? Claro, y también la mezcla con esos raros mundos escandinavos que nos son tan ajenos.

Historias vikingas de violencia mezclada con cuestiones animales y toques sobrenaturales.

Está bellamente filmada, tiene una buena dirección de arte, apelaciones a cuestiones místicas y oníricas interesantes, siempre en tonos oscuros, opresivos que no nos dan respiro.

Pero requiere de mucho trabajo de nuestra parte, y si bien el impacto visual es interesante, la historia no nos ofrece otras lecturas más que la lineal, y eso a veces nos hace sacar la vista y distraernos.

Es de difícil lectura.