Sata Evita

Santa Evita

Una gran novela, una historia que mezcla lo político, lo emocional, lo gótico, lo histórico, es la base de esta miniserie de 7 capítulos que Disney produce para el mundo.


8 Butacas



Desde este espacio reflexionamos a menudo acerca de nuestra incapacidad (por contraste con lo que hacen as industrias culturales de otros países, como España o Estados Unidos) para contar nuestra historia, reciente o antigua, sin que en ello se nos vaya la vida.

Es cierto, están los presupuestos, los contratiempos, las arcas magras, pero también está nuestra propia incapacidad para escuchar al otro, para escuchar una historia desde un relato que incluya otro punto de vista.

Así momentos de nuestra historia, reciente y antigua, no llegan nunca a pasar a las grandes audiencias, las que no leen, las que prefieren la imagen para enterarse, las que tienen menos tiempo, y menos interés por conocer.

Y son tan necesarias a veces esas historias para saber lo que nos está pasando ahora...

No nos contamos a Guillermo Brown, ni al periodo conservador, ni los golpes (en líneas generales) no tenemos una biopic de Irigoyen, de Alem, ni hablar revisitar la historia de Montoneros, en la línea de una serie española que abordamos hace unos días acá, La línea invisible, sobre el primer atentado de ETA.

Santa Evita se inscribe en esa línea, y está muy bien, es necesaria.

Esa novela hermosamente escrita de Tomas Eloy Martínez necesitaba una traducción a la imagen, lo requería, y a lo grande, al tamaño de su suceso editorial.

El resultado es muy interesante, y no tenemos que perder de vista dos cosas, no es una biopic de Eva y tampoco es una serie pensada solo para nuestro medio, para nuestro mezquina y agrietada audiencia.

7 capítulos de una factura extraordinaria, muy interesante porque nos revela que se pueden hacer cosas de este calibre y este cuidado en el País, y una historia que, con sus altibajos, se va perfilando como un film noir con aire político.

En la historia aparece un protagonista que en el libro es tácito, un periodista, que como Tomás Eloy Martínez pudo entrevistar a Perón en Madrid, y que a partir de esa relación produce tres libros interesantísimos, en este caso, notas periodisticas.

Será este personaje el que hilvane la historia, el que reconstruya y cuente, en 1971, el derrotero de ese cadáver en 19 años de maltrato.

Entonces la serie se contará en dos planos históricos, 1971 como un presente y los años de Evita viniendo a Buenos Aires con Magaldi, su participación como actriz en radio y cine, y el terremoto de San Juan que la junta definitivamente con Juan Perón.

A partir de ahí, y no siguiendo exactamente un rigor histórico, los momentos claves en sus vidas (17 de Octubre, su candidatura a integrar la fórmula presidencial) y su muerte en 1952 a los 33 años.

Lo importante en la miniserie es cómo se orquestó a partir del golpe del 55 el derrotero de ese cadáver transformado en momia (iba a ser un objeto de culto como Lenin) y sobre todo la relación con uno de los militares encargados de ese derrotero, el Teniente Coronel Moori Koening, sobriamente interpretado por Ernesto Alterio.

Es una serie para el gran público internacional y basada en una novela, son demasiadas cosas a tener en cuenta a la hora de la mirada crítica.

Hay una imagen de Evita en la iconografia internacional, una percepción sobre ella y su mundo y su momento en la historia, y en la serie se tiene en cuenta esta mirada.

Entonces, la polémica, no eran así, es edulcorado, es peronista, ridiculiza a los militares que la escondieron transformandolos en zombies degenerados, en odiadores horribles.

Si, todo eso y también una gran recreación de época y una dirección muy profesional.

Los protagonistas están a la altura, Alterio, Diego Velázquez haciendo al periodista que narra, Grandinetti como Perón y Oreiro como Evita.

Todos ellos con una dirección que básicamente les impide ser solo caricaturas.

Oreiro tiene imán para la pantalla, quizá no sea la mejor Evita, pero si es capaz de atraer, como era capaz de atraer Eva.

Lo importante, creo, no es eso, pueden gustarnos más o menos el peluquín de Grandinetti o el rigor histórico de algunos pasajes, los cambios de identidad de algunos personajes, lo importante es hacer este tipo de producciones, animarnos a contarnos la historia, la mas vieja y la más reciente, para ayudarnos a entender.

Hay que hacer más

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