Confess Fletch

Confess Fletch

Hace unos 30 años que arrancó este personaje, con diseño de franquicia, y pueden pasar otros 30 que, si lo juzgamos por este estreno de fin de mes, no lo vamos a extrañar.


4 Butacas




John Hamm es un actor de amplísimo registro, y es bueno para la comedia mundana, la de situaciones (lo hemos visto brillar en Tag por ejemplo, una comedia física) pero está claro que cualquier actor necesita un buen guión y un buen director para alcanzar su potencial. No sucede en Fletch modelo 2022.

Fletch es un ex periodista de investigación, despreocupado, canchero, muy seductor, y capaz de lograr cualquier cosa con el arte de su conexión. Arranca la película llegando a una casa alquilada en Boston, en la que encuentra un cadáver en medio del líving.

Al llegar la policía (la pareja de policías está bien) que lo toma como sospechoso, tendrá que ejercer todo su potencial de bicho mundano para convencerlos que no es el autor de ese crimen, cuando todo a su alrededor lo grita.

La película falla mucho, no tiene alma, es una sucesión de chistes muy ingeniosos pero mal contados, que no logran atraparnos ni en la trama ni en la inteligencia de esas situaciones.

Hamm a menudo ejerce bien los remates, pero las pausas en la actuación como si esperaran las risas grabadas, hacen que nos desconcertemos un poco con la efectividad de esas situaciones, esperando quizá otro tipo de remates. Funciona mejor lo físico que lo intelectual.

El nudo central de la trama involucra a su novia italiana, hija de un conde millonario cuyas pinturas han desaparecido, con él mismo secuestrado, lo que implicará que Fletch tenga que lidiar en la investigación con su novia (está involucrada) y la esposa del Conde (que también está involucrada y detesta a su hijastra), con el condimento de los vendedores de arte caro, las falsificaciones, los trásfugas de siempre entre los que el protagonista se siente a gusto.

Lo mejor de la película, nos conformamos con muy poco, son unos pocos minutos de pantalla compartida con John Slattery, la dupla invencible de Mad Men, que encarna a un viejo editor del Boston Sentinnel adonde Fletch llevaba sus investigaciones.

No hay mucho más, lamentablemente este Fletch, si bien en los papeles parece perfecto para Hamm, no tiene el carisma necesario para atraparnos, para hacernos reír y pensar cómo va a zafar de las situaciones que la trama ofrece.

Es una película profundamente desabrida, que merecía otro guión (este podríamos decir que es una sucesión de chistes sin mucha conexión y con espacio para remate) y sobre todo otra dirección.

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