Un crimen argentino

Un crimen argentino

¿Existe tal cosa? ¿Hay crímenes de tal o cual origen, nacionalidad? ¿Existe algo que pueda clasificarlos así? Sucedió no hace tantos años, la figura derivada de una declaración de la cabeza del gobierno militar, que dijo "no está ni muerto ni vivo, es un desaparecido"


5 Butacas



Esta película, primer largometraje de Lucas Combina (lo conocimos con "La chica que limpia") toma como base argumental la novela de hace 20 años escrita por Reynaldo Sietecase, que a su vez toma un caso real ocurrido en Rosario en el año 80.

Haber leido el libro, que sobre todo construye una historia a partir de la mente del criminal, con su proceso despojado de culpa y su pan de vida por sobre todas las cosas, es un problema a la hora de ver la traducción cinematográfica.

Además del cambio lógico de lenguaje, la película tiene base en el equipo de un juez, que investiga una desaparición y su difícil tarea de congeniar con el poder violento de los militares enseñoreados en la ciudad y la provincia. Las cosas deben aclararse, sí o sí, con tus métodos o con los míos era la moneda en el aire.

Ese equipo está muy sólido en el relato, y es atractivo y funciona bien, son Luis Luque como el juez, y Nicolás Francella, Matías Mayer y Malena Sánchez como sus secretarios, pibes que están del lado de la justicia en tiempos en los que la justicia se construye de otra manera, en tiempos en los que la justicia no se anima, no quiere, no se mete.

Como ellos se lo cuestionan a lo largo de la película, nosotros también, ese rol que hoy todavía discutimos, el de la justicia que percibimos como lenta, complicada, nunca al servicio de la gente de pie.

Pero en la película ese equipo es una isla de sensatez (también de miedo) de hidalguía y de honor, en medio del barro y la oscuridad de la época.

Interesante verlos actuar con sus manuales, por un lado ellos, con la ley y los procedimientos y por otro lado el poder militar, con la picana y los falcons y las ametralladoras y los cigarrillos.

Quizá este grupo, con Alberto Ajaka y César Bordón a la cabeza, Ajaka como un paramilitar excesivo (quizá un poco exagerado y estereotipado) y Bordón como el responsable militar del caso (Bordón siempre aporta una cuota de sobriedad y maldad intrínseca en sus personajes) sean demasiado parecidos a la caricatura.

Lo más intersante para la historia es que no hay intriga. 

Es decir, es un policial oscuro, con buena participación del entorno político como disparador, catalizador y justificación de cosas sobreentendidas, que tiene que recurrir a toques muy sutiles de humor (jugado entre los buenos) y alguna incipiente historia de amor, para hacer llevadera la trama, pero que carece del motor que le dan a estos relatos el no saber quién es el asesino.

Desapareció un importante comerciante de telas, sus excesos, su vida nocturna y disipada al principio disaran una multiplicidad de alternativas, pero poco a poco los indicios, los testimonios que se van recogiendo, indican que pasó su última noche en un boliche de streapers en compañía de un misterioso personaje llamado "el doctor".

Ese personaje es Darío Grandinetti, aparece bien adelantado el relato y no vamos a tener dudas en saber que es el ejecutor.

No sabemos bien por qué lo hizo, no sabemos bien cómo lo hizo, pero tampoco vamos a tener dudas de que fue él.

Entonces la película nos ofrece un cambio de eje, ya no importa saber quién, sino cómo y para qué.

Intuimos que es por dinero, pero quizá hay algo más que no sabemos.

Entonces comienza la historia del cuerpo, si no hay cuerpo no hay delito, en unos días en los que los cuerpos no aparecían, en los que la inertidumbre y la sospecha regían nuestros días, en los que "por algo será" era el latiguillo con el que cubríamos de sospecha a la víctima para estar del lado cómodo de la historia.

Está bien entonces la película, aunque hay que hacer un esfuerzo por entender que el camino es otro del clásico, y que se nos exige otra mirada, la de un crímen atroz cometido por un tipo atroz en una ciudad atormentada en la que las atrocidades eran cosa de todos los días.

Es una historia real, así que la película no se priva de esas clásicas escenas de los protagonistas fotografiados en blanco y negro y contando en letras qué fue de sus vidas.

Para destacar el rol de Grandinetti, que hace un papel correcto, ambiguo, enigmático, y pone el cuerpo de manera literal, cuando todo nos dice que está para aceptar roles más "cómodos".

Algunos recursos narrativos están forzados, nunca es bueno comparar, pero la novela está mejor contada. 

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