El gerente

El gerente

En 2018, año de mundial en Rusia, las tradicionales promociones de las empresas asociadas al fútbol se sacudieron con una campaña arriesgada e inusual, Noblex propuso que compremos sus televisores, y si Argentina no iba al mundial, nos devolvían el importe.


6 Butacas



Esa historia, que ocupó centímetros en la prensa, horas de tv y mucho pero mucho ruido en redes sociales, llega a la pantalla para contarnos cómo la vivieron sus protagonistas, funcionarios de la empresa, y sobre todo el gerente de marketing que la propuso y la llevó adelante.

No es frecuente que nuestro cine se meta en el mundo corporativo, y si lo hace suele ser a partir de estereotipos y caricaturas: La Fiaca de Fernando Ayala, 1969,  puede ser un ejemplo, o Tiempo de revancha, de Aristarain en 1981.

En esta historia ese punto está bien logrado, veremos a una oficina en acción, una empresa con una marca de mitad de tabla, que sabe sus limitaciones, pero que también tiene hambre de dar una vuelta olímpica, de pegarla con algo que la saque de ese lugar de seguidores de los campeones.

Leonardo Sbaraglia es el gerente, un tipo poco jugado, clásico, que no tiene mucho feeling con los nuevos canales, con las redes, con las tecnologías, los nuevos lenguajes y conversaciones alrededor de las marcas, que se va a jugar por una movida clásica, de probada eficacia en otros mundiales, y que siente que, por más que el mandamás de la empresa lo banca, hay nuevas ideas en ese directorio que le pide algo más, que le pide salir de la monotonía, jugarse.

Será entonces un desafío fuerte, hacer algo que salga del molde, una pirueta, un golpe que le devuelva la vitalidad, que parecería perdida.

Sbaraglia compone a un personaje que 20 años atrás lo hubiera hecho Federico Luppi, y no solo por el bigote, una especie de Nino Manfredi, con algo tierno, algo soñador y algo del tipo que se descubre achanchado, con ganas de revancha.

En definitiva vive solo, se lleva bien con su ex (Cecilia Dopazo) y su hijo adolescente, viste más o menos bien, gana más o menos bien, hace todo más o menos bien.

La película cuenta esos días de eliminatorias, cuando a partir de una idea suya, con el apoyo del dueño y la contra de una ejecutiva nueva en el grupo (Carla Peterson) con quién será la disputa en términos narrativos clásicos, se pone en marcha una campaña que será histórica (de verdad histórica, no forzada para la película) y que hará que la empresa venda más televisores que nunca y termine siendo (por los resultados de los partidos) una especie de pleno a todo o nada, triunfar o morir (y que la empresa quiebre).

Lo que le falta a la película es tensión. Le falta épica. Lo intenta, pero por alguna razón (la banda de sonido? Las actuaciones?) no lo termina logrando.

Ya sabemos cómo terminó la historia, Argentina clasificó y el gerente de Noblex (así era el nombre de las redes sociales) estuvo por un instante al borde de ser el yeta mayor de la Argentina, un mufa para siempre, y además estuvo a punto de hacer quebrar a la empresa. 

La moneda en el aire, como en Match Point estuvo la pelota de tenis en la red, podía caer para un lado o para el otro, estaban sin red, sin ningún tipo de contención ni seguro, los goles no llegaban y todo se ponía negro.

Eso que contado suena apasionante, no está logrado en las imágenes.

El gerente pasará las horas previas al último partido (Ecuador) en un máximo de tensión, con su equipo y en una sala de hospital por un infarto, pudo ser villano olvidado por todos pero fue un héroe que mereció un libro, una película.

Se animó, se jugó el cuero una vez en su vida, y tuvo su recompensa.

Hacia el final, como para reforzar que su vida cambió para siempre y como si fuera una especie de Bucket List, se tira de un paracaidas.

No hacía falta.

La historia está buena, con un poco más de emoción hubiera sido redonda.

Comentarios

Entradas populares