El encargado

El encargado

Como esas series y películas de jurados que tanto nos gustan, en las que se los va manipulando de a uno para que voten de determinada manera, Eliseo (el personaje de Guillermo Francella) se defiende de su posible despido trabajando sobre las debilidades y miserias de cada propietario.


7 Butacas



Es entretenida y es inteligente esta nueva propuesta de la dupla Mariano Cohn y Gastón Duprat, showrunners y alma creativa de esta serie de 11 episodios cortos, que nos instala en un edificio de categoría de un barrio de Buenos Aires, para ver el mundo desde la mirada de Eliseo, el encargado.

A la manera de Hitchcock en Ventana Indiscreta, vamos a ir visitando cada uno de los departamentos, cada familia, cada micromundo, para asomarnos a sus vidas de apariencia o de opulencia real, sus soledades y lo que hacen puertas adentro.

Eliseo, el encargado, es el personaje de Guillermo Francella, un mierda que lleva 30 años de trabajo en el mismo puesto, viviendo en un departamento en la terraza, y manejando las cosas cotidianas con una doble cara y un doble estándar muy bien corporizados en la creación del personaje.

Un tipo siniestro, que miente compulsivamente, que se inventa una vida, un pasado, un personaje que cambia de la sonrisa al gesto miserable y atemorizante en cuestión de segundos.

Pone una cara ante los propietarios, se muestra servicial y cercano, conmovedor a veces, pero detrás de cada gesto hay un cálculo, una ventaja, un negocito o un plan aún mayor.

Nos despierta simpatía pero más nos despierta curiosidad verlo actuar, moverse en el frente de ese edificio y en las entrañas, en la sala de máquinas, en los sótanos, en los lugares inaccesibles para la mayoría, a partir de los cuales Eliseo puede desplegar lo peor de su mente siniestra.

A partir de la iniciativa del presidente del consorcio, otro tipo igual de siniestro que Eliseo, una especie de némesis, el abogado que compone Gabriel Goity, de hacer una pileta en la terraza del edificio, que va a requerir tirar abajo la casa del encargado y también un cambio drástico en esas funciones, que desembocarán en su despido, Eliseo pone en marcha un plan para ir torciendo las voluntades, os votos de cada propietario, de manera de frustrar el proyecto.

Así irá desplegando toda su astucia, su inteligencia para el daño, mostrando una oscuridad sorprendente y una maldad sin límites.

Francella lo hace bien, muy bien, cambia de la sonrisa al gesto de maldad atemorizante y es capaz de asustarnos con su risa nefasta.

No sabemos qué es capaz de hacer, hasta dónde puede llegar con su plan, que irá trabajando en la oscuridad de su oficina del sótano, hasta que lo vemos actuar y desafiar los límites para lograr su objetivo, que no lo echen.

Manipula, corrompe, intrusa, no tiene ningún problema en dañar para salvarse.

Es muy interesante el permanente juego entre esas dos caras, es lo más interesante de la serie, ya que nos pone todo el tiempo a prueba, nos miramos diciendo que no se va a animar a hacer tal o cual maldad y las hace, nos lleva siempre al límite.

Los propietarios, muchos de ellos vulnerables, van tejiendo con Eliseo sus relaciones, sus vínculos secretos, sus pedidos por abajo de la mesa, y ese será el tono general de esas relaciones, salvo con Beba, una señora mayor con la que no puede ser malo, y a la que protege pase lo que pase.

La serie, de 11 capítulos cortos (buen formato) nos va a ir llevando piso por piso, familia por familia, en esa bien orquestada estrategia de ir torciendo voluntades a partir de pequeñas extorsiones, pequeños engaños, pequeñas mentiras, y eso está muy bien.

Francella ofrece las dos caras con solvencia, tiene que recurrir a sus murmullos clásicos, algunas caras de las que sabe que tienen impacto, porque si no su personaje es demasiado siniestro. Está bien su trabajo.

Quizá un detalle no tan bueno es que por momentos es lento el desarrollo, hay fundidos a negro y cierres musicales que nos abren algunos baches en el relato, que sumados a la morosidad de las acciones puede ponernos a veces ansiosos.

Lo mismo que Goity (muy despreciable) y la mayoría del reparto y los invitados que aparecen para realzar alguna de las historias.

El final es doble, una derrota y un triunfo, ambas con mañas y trampas.


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