Foxcatcher

Foxcatcher



Bennett Miller es un director intimista. Nos había reglada antes la maravillosa Capote, interpretada magistralmente por Phillip Seymour Hoffman, y la correcta Moneyball, con Brad Pitt.
Con Foxcatcher vuelve a contar con buenos actores, una historia no tan grandiosa, y un buen libro.
Y lo resuelve bien.
Resuelve bien un clima de ápoca, resuelve bien un clima interno y resuelve bien el frío reinante en toda la película.
Pero lo más interesante de este relato es que logra captar lo mejor que tienen para dar la trilogía protagonista, porque tanto Steve Carell, como Channing Tatum y Mark Ruffalo, los tres están en un alto momento interpretativo.
Se trata de una historia real, a finales de los años 80, uno de los miembros de la familia Dupont, millonarios dueños de la empresa homónima, decide que su casa y su apoyo sean el hogar de entrenamiento de elite del equipo de lucha libre de los Estados Unidos para las olimpíadas de Seúl.
Hasta ese  punto es solo la historia de un mecenas, extraño, que impondrá seguramente condiciones, pero nada más que eso.
Los hermanos Schulz eran luchadores profesionales, buenos, dedicados, sencillos y entrañables uno con el otro.
Básicos en más de un sentido vivían para ese deporte y llevaban una vida sin lujos.
La aparición de un mecenas que todo lo puede, será un factor al comienzo de separación entre ellos.
John Dupont,  el millonario heredero, es un ser inseguro y pusilánime (bien trabajado por Steve Carell) que necesita algo, una conquista, un dato distinto, que lo haga ganarse el respeto de pares, de la familia, y en especial de su madre, que lo desprecia por estúpido y vago (genial Vanessa Redgrave, vale la pena ver esos minutos en los que aparece).
Creerá que esta nueva aventura, no de negocios, pero si de honor y de gloria si logran la medalla olímpica para el País, será en definitiva una entrada en la historia grande de los Estados Unidos.
Todo el tiempo veremos y asistiremos a esa dualidad, esa necesidad de ser por afuera del dinero heredado y la incapacidad manifiesta para lograrlo por carecer de cualquier virtud que lo genere.
Así conformará el equipo y finalmente lo completará con el verdadero alma máter del entrenamiento, el que conoce todos los secretos como entrenador, que es Mark Ruffalo.
Pero lo que es torcido y contranatura no se arreglará.
Las relaciones personales, las miserias, los excesos de excéntrico, lo tortuoso del relato que Dupont se autoimpone para describir el mundo y describirse, su fragilidad y locura, irán aflorando en escenas extrañas, incómodas, pero que van a ir preanunciando el desenlace.
Un día, en un momento de tranquilidad y proceso interno del protagonista, irá directo a matar a uno de los hermanos.
Y no hubo dinero capaz de salvarlo de morir en la cárcel.
Buena enseñanza de la película, si bien hay como en todo el mundo, justicia para pobre y justicia para ricos, un asesinato es lo que es y no hay plata que cambie una sentencia.
Dupont murió en la cárcel.
Es una película lenta, no es para mirar sin atención, como está basada en una historia real no puede hacer demasiadas concesiones, pero está bien.

Se disfruta sobre todo el clima opresivo que impone la soberbia ignorancia de los temas más elementales de relación que manifiesta el protagonista y la morosidad discursiva.

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