Still Alice

Still Alice



Es siempre tentador (y augura premios) retratar con alguna fineza el progreso de una enfermedad, un mal que nos asusta, cualquiera de esas cosas que nos pueden pasar un día al despertarnos pero que de tanto que les tememos, solo quisiéramos asomarnos levemente, como espiando por un diminuto agujero, no vaya a ser cosa que nos ocurran.
Eso es esta película.
Un retrato del deterioro progresivo del mal de Alzheimer en una mujer joven. El deterioro no solo de sus capacidades, sino de todo lo que se derrumba alrededor de ella, en su entorno, en su trabajo.
La pena que genera su nuevo y progresivo estado, la alteración de las mínimas cuestiones domésticas, la conciencia propia que empieza poco a poco a abandonar a la protagonista.
Still Alice es un buen ensayo, pero no es tierna, es casi una narración de prospecto farmacológico, y es quizá en este deliberado juego en donde radica su potencial y su atractivo para verla.
Porque funciona como un texto despojado de emociones, una especie de catálogo punto por  punto de lo que sucederá.
La pareja de directores (un inglés y un norteamericano con pocas producciones en su cosecha) tiene la sensibilidad y el conocimiento de lo humano, por su condición de homosexuales (ya habían hecho una película sobre la vida gay en Estados Unidos) y de artistas, pero deliberadamente no recurren a golpes bajos (salvo algunas escenas innecesariamente edulcoradas con música ad hoc) y si se encargas de indagar en el tema de las relaciones, qué sucede alrededor de una paciente con este mal progresivo y sus vidas.
No alcanza una película para retratar esto, claro que no, pero lo que se muestra (con constantes advertencias explícitas dichas por los protagonistas acerca del paso del tiempo) está bien, equilibrado y comprensible.
Es un buen trabajo de Julianne Moore (le valió el Oscar 2014) y un correcto reparto, entre los que sobresalen como Alec Baldwin (es raro que desentone, tanto en drama como en comedia) y Kristeen Stewart.
Se deja ver, no van a deprimirse (demasiado) y es educativa, permite una mirada a un mundo que no queremos cerca, pero que tiene más habitantes de los que pensamos.



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