Crímenes de familia
Crímenes de familia
Un abordaje con enfoque moderno y que cuestiona modelos en esta historia extrema sostenida por el oficio de sus intérpretes y buena edición y climas.
6 Butacas
Alicia (Cecilia Roth levemente distinta a sus roles habituales de esfinge que todo lo sabe) es una mujer de posición acomodada que organiza su hogar de manera perfecta. Marido paciente (Miguel Ángel Solá, cómo se lo extraña) e ingeniero jubilado, amigas que hacen yoga en casa con profesor particular y una mucama que vive con ellos y cría (con ayuda de Alicia) a su hijito de pocos años.
Esa perfección de superficie cuesta trabajo, y se nota.
Porque intenta enmascarar que el hijo de la pareja (Benjamín Amadeo) está preso desde hace unos días por recaer en sus adicciones y agresiones a su ex mujer (no tan buena en este rol Sofía Gala Castiglione).
Esa tensión repercute en la cotidianidad de todos.
La película se va tejiendo a partir de imágenes que van y vienen entre dos juicios (vamos descubriendo que además hubo un asesinato en esa casa y no sabemos quién es la víctima aunque si sabemos que es la mucama la perpetradora) y un presente en el que hay que tomar decisiones que irán impactando en el ánimo de la familia.
Sebastián Schindel es el director (había hecho El patrón y El hijo ambas con Joaquín Furriel y con buena repercusión) y trabaja a sus anchas en este relato, porque es bueno construyendo climas, dirigiendo actores y creando los momentos de tensión que la trama requiere.
Hay un momento en la película, después que Alicia decida vender todo, achicarse, para pagar lo que sea para sacar a su hijo de la cárcel, en el cual una revelación vinculada al otro caso, al de la mucama, hace que todo cambie. Y cuando todo cambia esa madre que todo lo podía, en lugar de desmoronarse, ahora sin esposo y en un lugar nuevo, decide dejar el pasado que se cure solo, que todos paguen lo que tienen que pagar, y empezar una nueva vida.
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